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Cartagena de Indias

Cartagena de Indias

Solo estar allí, en esa ciudad, y no hacer otra cosa que estar en ella, se percibe como un éxito de la existencia, un éxito de la vida

manuel vilas

Miércoles, 6 de febrero 2019, 23:53

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Acabo de regresar con el corazón encendido de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, donde se ha celebrado el Hay Festival de Literatura, un encuentro internacional de escritores y pensadores que convierte las ciudades en una auténtica celebración de la libertad y la cultura. Cartagena estaba pletórica de actos culturales, con escritores venidos de todo el mundo, como Mircea Cartarescu, Chimamanda Ngozi, Zadie Smith, Philippe Sands, Álvaro Enrigue o Leonardo Padura, por citar unos pocos. Hay mucha vida literaria después de Gabriel García Márquez y Colombia está viviendo hoy un excelente momento a través de distintas generaciones de escritores, y por Cartagena de Indias pasaron creadores colombianos como Héctor Abad Faciolince, Juan Gabriel Vásquez, Piedad Bonnett, Santiago Gamboa, Jorge Franco, Laura Restrepo, Mario Mendoza, Carolina Sanín y Winston Morales, entre otros. Se habló mucho de los retos de la democracia y de la crisis política de Venezuela, país hermano de Colombia, pero yo me quedé prendado del ambiente callejero, y de los sombreros que se vendían en todas partes. Sombreros bellísimos. Quise comprarme uno, pero no hubiera sabido dónde guardarlo en la maleta. Luego me dijeron que se podían plegar, pero ya era tarde.

En Cartagena descubrí una fruta que me parece excepcional: la pitahaya, también conocida como 'fruta del dragón'. Es una fruta desconocida en España, y yo auguro éxito comercial a quien logre introducirla en los mercados europeos, porque es excepcional. Yo describiría a la pitahaya como una fusión mística entre el kiwi oro, el melón español y los higos. La naturaleza también escribe literatura, y su mejor libro es la pitahaya. De repente, al tercer día de estar en Cartagena me di cuenta de que me había hecho adicto a esa fruta. Puedes comer cuanta quieras, es como beber agua, agua salvajemente perfecta. Comenté a varios escritores colombianos mi descubrimiento y me advirtieron que, comida en abundancia, como yo venía haciendo, la pitahaya podía tener incontinencias intestinales, que a mí no me ocurrieron nunca. Ahora me volveré loco buscando la famosa fruta por toda España. Me dijeron que hay algunas fruterías en Madrid donde la venden. ¿Puede una fruta tropical causar adicción? Si eres adicto a la belleza, pues sí.

Por eso también puede causar adicción una ciudad como Cartagena de Indias, donde el sol, la brisa del mar Caribe, la humedad ferviente, la vegetación, las casas, los palacios, los conventos, las iglesias, las calles estrechas, los patios, las fuentes, las piscinas de los hoteles, los puestos ambulantes, la música, llegan a tu cuerpo como un huracán de voluptuosidad y de afirmación de la vida. Uno se siente como coronado de viento y humedad en Cartagena de Indias. Solo estar allí, en esa ciudad, y no hacer otra cosa que estar en ella, se percibe como un éxito de la existencia, un éxito de la vida. Un país que tiene ciudades como Cartagena de Indias, se merece prosperidad, paz, justicia y futuro.

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