Jornada por el trabajo decente

La situación actual de los y las trabajadoras en nuestro país debido a la deriva inflacionista que atravesamos y que está propiciando la devaluación de los salarios en relación con el incremento de los beneficios empresariales, conlleva la necesidad de reclamar subidas salariales para las y los trabajadores. Y es que los salarios no pueden ser la variable que garantice el aumento de la competitividad de la economía.

Las medidas adoptadas puntuales y mayoritariamente financiadas por los Gobiernos son insuficientes para responder a la inflación y al aumento de los costes como la energía, la alimentación o la vivienda. Es imprescindible una mejor distribución de la riqueza producida. El impulso cohesionador y solidario que supuso el Plan de Recuperación europeo como respuesta a la crisis de la pandemia está en riesgo, y algunos Gobiernos están manifestándose como partidarios de regresar a las políticas de austeridad con medidas que afectarían a los recursos procedentes de la Unión Europea y al Plan industrial del Pacto Verde. Las políticas de austeridad conllevarían disminución de derechos para los y las trabajadoras, reformas laborales regresivas, precarización del trabajo y recorte de servicios públicos.

Otra de las demandas relacionadas con la situación actual del trabajo que es fundamental abordar es la erradicación de la siniestralidad laboral existente que provoca la muerte de cientos de trabajadores cada año. En este sentido cabe recordar que finalizamos el año 2022 con 148 trabajadores fallecidos en Andalucía mientras desarrollaban su actividad laboral y este año ya contamos con 90 de los cuales 6 pertenecen a Almería.

A este respecto la OIT, asumiendo la dimensión fundamental de esta problemática, decidió el año pasado que la seguridad y salud en el trabajo fueran considerados como derechos fundamentales, pero es necesario abordar medidas contundentes para frenar o erradicar esta lacra social y laboral.

La discriminación laboral más extendida y silenciada es el edadismo. Observamos con mayor frecuencia como las personas mayores de cuarenta y cinco años son expulsados del mercado de trabajo y lo complicado que resulta para ellos encontrar un nuevo empleo. Las ofertas de empleo de las empresas suelen incidir en que buscan perfiles con experiencia, pero a la hora de la verdad las posibilidades de encontrar trabajo disminuyen con el aumento de la edad y cada vez hay más casos de edadismo en los centros de trabajo que se traducen en despidos o prejubilaciones.

Las consecuencias de este fenómeno en el ámbito laboral son demoledoras ya que en la última década el número de personas mayores de cincuenta años sin trabajo se ha duplicado en España y con esas edades deben esperar a la edad de jubilación perdiendo años de cotización y en consecuencia capacidad adquisitiva en sus pensiones mermando su calidad de vida.

Todo esto obedece a una estrategia empresarial injusta relacionada con el ahorro en costes laborales y con consecuencias nefastas para todos. UGT y CC OO continuamos reafirmando nuestro compromiso por el trabajo decente, para que los salarios, la protección social y la negociación colectiva lo garanticen.