Carlos Pérez Siquier y Almería
Pablo Juliá
Sábado, 18 de septiembre 2021, 22:58
Concebía el mundo desde Almería, nunca quiso salir de la raíz de su existencia, de su sitio, la clave de su vida y de su ... obra. Almería era el mundo y era su mundo. Poca gente es capaz de utilizar su marco personal y convertirlo en una película universal que trasciende su islote de naufrago, de Robinson Crusoe de la imagen.
No le hizo falta conocer el neorrealismo, directamente lo cambió; con su azul mediterráneo le dió otra vuelta de tuerca a su concepción humanista. Construía con gramática del lenguaje del color, solo con dos o tres colores esenciales, convirtiendo de esta manera las luces cenitales de su Almería en significados potentes donde el color del desierto, el mar y el cielo son los sujetos por donde transita el ser humano, que lo mismo es una sueca o una señora de Garrucha con bañadores imposibles que Perez Siquier eleva a categoría de sublime con su cámara. Hace anónima su figura para no molestar, sacando fuera de la imagen su cara, su identidad mas evidente.
Esa elegancia que transmite su obra, es la misma que le configura su perfil de abundante pelo blanco, senador mediterráneo, que parece salido del ágora ateniense, con verbo irónico y pícaro que no pierde detalle de lo que circunda a su alrededor adelantándose a la mirada mas perspicaz. Él es el primero que ha visto lo que se sale de lo común, llámese sonrisa, desconchón en la pared, escaparate de maniquíes, o el halo que deja una señora al cruzarse en su paseo.
Perez Siquier no es más que el carácter almeriense elevado a su máxima excelencia. Ya no existe el modelo, se ha ido pero ha dejado tanta tanta huella que será muy difícil olvidarlo e imposible sustituirlo…
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