Cada vez que el nuevo gobierno de Andalucía destapa la caja de Pandora aparece, irremediablemente, un mal achacable a una deficiente gestión del anterior ejecutivo. ... Por ahora, como ejemplos relevantes, hemos conocido que en sanidad están trucadas las listas de espera, según el consejero Jesús Aguirre, basándose en el estudio de una auditoría interna efectuada por su departamento para conocer la situación del SAS. Aguirre ha explicado esta semana que Salud se verá obligada a invertir más de 25 millones de euros para ir normalizando la situación que, globalmente, afecta a 843.538 andaluces 'esperantes'. Aunque la salud es un asunto prioritario para el bienestar social, al destapar la caja se ha podido comprobar otro mal y es que la Junta de Andalucía ha ejecutado menos del 20% de los fondos europeos del periodo 2014-2020 lo que se deduce que, a estas alturas del calendario, difícilmente se podrán ejecutar el resto de los proyectos. A ello, se aumenta el mal cuando abren la caja de Pandora y en Fomento se detectan deudas en la Agencia de Obra Pública, en la Agencia de la Vivienda y en la de Puertos por un total de 1.028 millones de euros.
En la mitología griega cuando Pandora -la primera mujer de la Tierra- abría la misteriosa arca donde los dioses habían escondido todos los males, éstos se diseminaban por ciudades y aldeas llevando enfermedades y catástrofes. No creo que el nuevo gobierno andaluz deje de abrir la caja y seguir investigando hasta el número de ácaros que habitan en las alfombras de los despachos porque, al contrario de Pandora, nos proporcionará saludables beneficios y limpiará de gérmenes, bacterias y cataclismos la perniciosa función pública.
Lo que resulta extraño, a la colectividad, es que pese a la labor, más o menos incisiva, de la llamada leal oposición puedan ocultarse manipulaciones, incumplimientos y deudas que ven la luz, y no siempre, cuando hay un cambio de equipo gestor. Bueno sería, para la buena marcha del negocio de administrar el dinero público que ésa labor interventora, con la necesaria ayuda de los cuerpos técnicos de la administración, fuera eficaz y transparente y no tuviéramos que esperar, pacientemente, un cambio de muda para comprobar qué sorpresa nos depara la caja de Pandora.
Lo decepcionante es que los malos administradores, independientemente de su ideología política, suelen ser irresponsablemente insolventes aunque en, ocasiones, pagan en las urnas sus deudas pero no llegan,en justicia, a ser inhabilitados -salvo excepcionales casos- para el ejercicio público por su inoperancia, servilismo, dejadez,o beneficio personal. Y habría que sanear la era para ir perfeccionando la democracia, pese a ser el menos malo de los sistemas políticos.
Tiene razón el vicepresidente andaluz, Marín, cuando afirma que los políticos están mal pagados. Usted y yo conocemos a mujeres y hombres que dejarían su oficio por trillar en la cosa pública, siempre y cuando no les costase el deleite. Los políticos están mal pagados, es cierto. Aunque deberíamos considerar algunas salvedades. Pongamos, verbigracia, a la primera dama morada de Podemos, Irene Montero, que cobra como diputada 2.813,87 euros; por el ejercicio de función, 870,57 euros; gastos de representación como portavoz del grupo Podemos 3.419.09 euros y como gastos de Libre Disposición, 1.589,88 euros. Total ensalada 8.693,41 euros. A ello deberíamos añadir el sobre coste de la vigilancia, por el benemérito Instituto, de 24 horas del 'charlé' familiar que, por cierto, aún no se ha hecho público. Una minucia.
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