Recientemente hemos conocido las cifras de despidos que ha presentado Caixa a los sindicatos para conseguir la necesaria reducción de costes que su plan de ... negocio deberá recoger tras la fusión recientemente realizada. Se han informado 8.291 extinciones de contrato. A su vez ha visto la luz el plan de BBVA, no basado en una fusión reciente sino en las necesidades derivadas de la situación actual del negocio bancario: 3.800 empleos. Además de los ERE anteriores siguen su curso, al parecer con buenos datos de voluntariedad, los de El Corte Inglés, Banco Santander, y otros de menor volumen como el caso de Unicaja. Ante estos hechos la vicepresidenta 2ª del Gobierno, Sra. Calviño, ha manifestado su sorpresa y su malestar. Parece ser que no tenía información aunque se hace difícil de entender. ¿Qué está pasando? De manera resumida se puede establecer que el negocio de la distribución en general está afectado principalmente por dos grandes problemas, y el de la Banca, por tres, dos comunes y uno específico.
1º.– La digitalización ha llegado para quedarse y va a tener cada vez un mayor desarrollo. Los modelos de negocio han cambiado; el punto de venta físico, aun siendo necesario todavía, no es tan relevante como lo ha sido hasta ahora. Se necesitan menos personas y menos espacios físicos para vender.
2º.– La crisis se ha hecho permanente. Desde 2008 hasta hoy vivimos en crisis. En España ha provocado una permanente disminución de empleo y sobre todo de salarios. La capacidad adquisitiva está bajando y va a bajar más porque los salarios que desaparecen por salida del mercado de trabajo son sustituidos por salarios muy inferiores. Y muchos salarios se están sustituyendo por subsidios. En el gran consumo esto significa menos compras o compras de menor importe; en la Banca mayor morosidad y menor demanda de crédito sano.
3º.– Y por último en el caso de la Banca su materia prima, el dinero, cada vez vale menos, tendiendo a cero. La crisis permanente de deuda de los estados soberanos necesita de apoyo continuo del Banco Central Europeo a través de programas de compras masivas de deuda a tipos de interés cero o negativos. Eso está forzando el que los tipos bancarios se reduzcan cada vez más, lo que propicia un margen financiero que no puede asumir los costes de transformación. Por todo ello, en lo referente especialmente a los bancos, el escenario está delimitado por unos ingresos que disminuyen en términos absolutos, por una menor necesidad de oficinas y empleados, y por una negativa perspectiva de la morosidad derivada de la crisis. Ante esto la mejor solución para mantener el capital regulatorio exigido por el Banco Central Europeo y hacer atractivo su capital para inversores, es manejar más volumen de negocio por menos personas, es decir, fusiones y reestructuraciones. Eso es lo que exige el Banco Central Europeo y por ello se hace difícil asumir que la ministra no esté informada. Ahora bien, hay una diferencia importante entre los ERE que se están planteando ahora en la Banca, y los ajustes de plantilla realizados desde 2010, bien como ERE bien como acuerdos de reestructuración.
Anteriormente la mayoría de los programas, aunque no en todos los casos, se habían planteado como prejubilaciones. En ellas aunque el afectado perdía un flujo neto de ingresos importante respecto de la retribución en activo, la situación era asumible y además no trabajaba. Socialmente las prejubilaciones tienen muchos aspectos negativos, pero individualmente generan situaciones personales gestionables, no representando ningún drama en la mayoría de los casos. Pero se han hecho tantos ERE en tantos bancos que ya casi no quedan personas mayores en estas entidades, por lo que la situación que nos vamos a encontrar a partir de ahora en este sector es de despidos a colectivos más jóvenes, que tendrán problemas para volver al mercado de trabajo y en caso de volver, lo harán con salarios que nada tienen que ver con los percibidos hasta el momento. Y esto se va a producir en unas entidades más rentables, más sólidas y mejor preparadas para afrontar el futuro. Por ello creo necesario hacer una reflexión. ¿Se puede plantear seriamente cambiar empleo por salario? En las empresas de distribución de gran consumo en las que el coste medio de los empleados puede aproximarse a los 18.000 euros al año, esto es muy difícil. No hay recorrido a la baja. ¿Pero hay recorrido en la Banca? ¿Tiene sentido despedir a miles de trabajadores en entidades con un coste de personal medio de 65.000 euros o más? ¿No es mejor reducir salarios y mantener empleo? Los ministros y la prensa, en general, ponen el acento en los bonus de los directivos. Es lógico y sobre todo, vende más. Pero hablar de eso no soluciona el problema. Si se quiere minimizar la pérdida de empleo hay que hablar de otras cosas. La realidad es que estas entidades tienen un coste medio que permite hablar de reducción salarial y lo más importante, el 80% de la plantilla tiene una dispersión respecto de la media muy escasa. Por decirlo en términos no técnicos: los que ganan mucho son pocos y los que ganan poco también son pocos (más, pero pocos). La mayoría tiene un coste cercano al coste medio. Y este es muy alto. Los sindicatos tendrían mucho que decir. Las empresas y sus directivos, también. Esta experiencia ya se ha hecho. Y también se han aplicado medidas de flexibilidad establecidas en la reforma laboral de 2013: cambiar extinciones de contratos por suspensiones temporales rotativas. Y con acuerdo sindical. Es difícil de gestionar, engorroso. Pero yo creo que ante despidos de trabajadores de 45 años en plena crisis, merecería la pena el esfuerzo.
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