La búsqueda del sentido
Academia de Buenas Letras de Granada ·
Manuel Ángel Vázquez Medel
Jueves, 20 de enero 2022, 01:55
La nueva antropología del siglo XXI nos permite analizar y comprender la realidad humana con más riqueza y complejidad que nunca. Lo más importante de ... todo es la dimensión relacional y evolutiva de nuestra condición. Hemos surgido en este Universo, tras casi 13.800 millones de años de sinfonía cósmica, reconociendo en nuestra propia materialidad la presencia de lo mineral (el sodio, el potasio o el hierro sin los que no podríamos vivir), de lo vegetal (por ejemplo, la imprescindible flora bacteriana de nuestro 'segundo cerebro' digestivo), de lo animal (latente en todo lo que nos hace vivir, las emociones pero también buena parte de los procesos cognitivos, que compartimos con otros animales) y, finalmente, de lo humano. Pero no como algo opuesto a lo anterior, sino como lo que emerge desde ahí con un atributo de conciencia, que nos hace ver que todo tiene que ver con todo.
Ello se manifiesta en ese prodigio que supone repetir 'ontogenéticamente' (en el proceso de gestación de cada nuevo ser humano) toda nuestra historia 'filogenética' (la de nuestra propia especie) que prosigue, tras el nacimiento, con la dimensión social, inherente a lo humano, y que solo se consuma con nuestra propia muerte.
Sistemas complejos en los que interactúan cerebro, cuerpo y entorno, vamos evolucionando a medida que se producen cambios en cada una de estas tres realidades, que a su vez provocan transformaciones en las demás y en los demás.
Todo ello se traduce en los impulsos que rigen nuestra existencia: voluntad de vida, voluntad de placer y evitación del dolor, voluntad de sentido. A cada instante de nuestra existencia queremos vivir, hacerlo con el mayor equilibrio y calidad posible, disfrutando en la medida de lo posible y evitando –hasta donde somos capaces– el dolor físico y el dolor moral. Y, sobre todo, intentando encontrar un sentido a nuestras vidas, tanto individual como colectivamente.
De esa necesidad de sentido se han aprovechado muchos seres humanos en su favor y en detrimento de los demás: han construido sistemas cerrados de creencias (dogmas) que imponen, cuya función principal es dotar de sentido todo lo que suceda, pero que terminan siendo causas de confrontación e intransigencia.
Frente a ello, como decía Viktor Frankl, cada ser humano debe encontrar por sí mismo, en cada momento, el sentido de su existencia compartida. Asumir que se trata de algo precario, que ha de renovarse constantemente, con libertad, responsabilidad y amor. Y con respeto a los demás.
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