Los ciudadanos del Reino Unido empiezan a notar los efectos más negativos de la salida de la Unión Europea. En todo el país escasean algunas ... mercancías básicas y falta de mano de obra en sectores como hoteles, restaurantes o industria cárnica. Los defensores del 'brexit' argumentan que se trata solo un período de ajuste pospandemia y que esta misma situación adversa llegará a la Europa continental. Al fin y al cabo, tiene mucho que ver con los problemas globales en las cadenas de suministro.
La covid-19 ha llevado a un repliegue nacional y a menos globalización y los precios del transporte internacional se han disparado. Hace falta tiempo para fortalecer de nuevo la apertura y la confianza en las que se basan los flujos comerciales y aumentar la competencia para que bajen los precios. Pero hasta el británico más ferviente partidario de la ruptura con la UE admite que los costes de esta decisión de gran calado son altos y visibles, al menos a corto plazo. Boris Johnson ha elegido huir hacia adelante este fin de semana en la convención anual del partido conservador en Mánchester. Ha prometido más igualdad entre Londres y la Inglaterra profunda y ha reclamado empleos de calidad y bien pagados, sin descender a los incómodos detalles de cómo lo va a conseguir. También ha aceptado el aumento de visados que pedían las asociaciones de empresarios, mientras sigue proclamando que el modelo de inmigrantes con poca formación y sueldos bajos ha terminado.
La próxima Navidad puede ser poco festiva en su país, un verdadero «invierno del descontento» en palabras de Shakespeare. Pero por ahora los laboristas no están aprovechando la sucesión de crisis en las que se ven envueltos los conservadores. Una de ellas es la que paso a paso se gesta con la UE, por la negativa del Gobierno a aplicar el conjunto de normas que rigen la situación especial y pactada de Irlanda del Norte. Tensar la cuerda una y otra vez con tu mercado natural es una apuesta peligrosa y más cuando entre Bruselas y Londres quedan muchos flecos por negociar, desde la equivalencia en servicios financieros, la protección de datos o a la cooperación en materia de ciencia y universidades. Por no hablar de seguridad y defensa, un terreno en el que en un mundo cada vez más incierto deberíamos encontrarnos y cooperar a fondo.
La alianza militar anunciada en septiembre con Estados Unidos y Australia ha retrasado esta importante conversación. Mientras tanto, los discursos encendidos no ayudan a gestionar la gigantesca interdependencia entre los dos lados del canal de la Mancha.
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