Bolivia, abierta en canal

El grave enfrentamiento social que azota Bolivia tras las denuncias de fraude en las elecciones presidenciales del 20 de octubre ha forzado la dimisión de Evo Morales y su exilio en México al perder el respaldo no solo de una parte significativa de la población, sino también del Ejército, que empujó su renuncia. Acorralado por los violentos disturbios callejeros y perdida buena parte de su crédito personal y político, el líder indígena deja un país incendiado, abierto en canal y en medio una profunda crisis de imprevisibles consecuencias tras haber forzado al máximo los resortes institucionales para perpetuarse en el poder. El legalmente controvertido nombramiento de la senadora opositora Jeanine Áñez como presidenta provisional, en lo que los seguidores de Morales califican de «golpe de Estado», zanja por ahora un peligroso vacío de poder, pero está lejos de devolver la normalidad. Esta pasa por la convocatoria urgente de unas elecciones con plenas garantías y por el escrupuloso respeto a los cauces institucionales y democráticos, sin atajos militaristas que devuelvan a Bolivia a su más turbio pasado.