La bofetada en los Oscar
Ernesto Medina y Antonio Agudo comentan la acción más relevante, al menos la más comentada, de la última gala de los Oscar, y por supuesto dan su opinión sobre qué destila y qué radiografía la misma.
ANTONIO AGUDO MARTIN Y ERNESTO MEDINA RINCÓN
Jaén
Domingo, 3 de abril 2022, 16:11
Antonio Agudo Martín
Con la mano abierta
Vaya por delante, así de principio, que muchos estábamos tentados de tocarle la cara al humorista Chris Rock por algunos de sus infumables papeles. Su ... rol como polizonte sabeor y enterao en la última de la saga Saw te ponía de los nervios y, durante todo el metraje, estabas deseando que Jigsaw (un retorcido asesino en serie) le metiera los belfos en un cepo para osos… pero de ahí a darle una guantá con toa la mano abierta, como hizo el Will Smith, va un abismo. Hay cosas que se pueden pensar, pero no hacer. Si no este mundo sería un perpetuo apocalipsis. Hostia va. Hostia viene. Así que el Smith se pasó varios pueblos porque recurrir a la violencia no es la mejor táctica. Y eso que todo el mundo está de acuerdo en que el Rock se pasó con lo del pelo de la mujer y merecía que le achantaran la mui, pero si el Príncipe de Bel Air hubiera ejercido como tal y no como un miembro de un gansta rap hubiera quedado mejor. Lo que pasa es que no tenía a mano ningún guionista que le escribiera unas líneas o un par de frases lapidarias. Dicho esto, mal, muy mal por el protagonista de «Soy Leyenda», pero, amigo Medina lo que me llama la atención es el ruido que la guantá está generando en nuestro país y ya hay mochuelos y mochuelas que se suben al olivo del heteropatriarcado:
- la hostia se la tenía que haber dado ella.
- una mujer no necesita que la defienda ningún señorón.
- pero, ¿qué se habrá creído su marido, que Jada es de su propiedad?
Y así millones de mensajes y opiniones que van más allá, a mi juicio, de lo que realmente pasó y que suele ocurrir a diario en muchos lugares. La gente se zurra. La gente gusta de calentarse a puñetazos. La peña opta por los puños para solventar sus diferencias. Hay demasiado listillo que se cree muy gracioso y sus chistes hacen chichones. No todo vale por sacar una sonrisa y nunca hay que reírse de los demás, sino con ellos. Y vaya, para finalizar eso tan castizo de que a los tontos y porfiados, la mejor bofetada es dejarlos y como coda, un consejo a Chris Rock del Perich, «cuando nos peguen una bofetada, es mejor ofrecer la otra mejilla, porque si repiten en el mismo lugar, vamos listos». No seas tonto.
Ernesto Medina Rincón
La cantante calva
Aquí el compadre Agudo gasta pelucón como si tuviera quince años. Si se pusiere de moda, tiene tupé para hacerse una trenza delantera que ya hubieran querido Pocahontas o Pipi Calzaslargas. Por lo tanto, insolidario con los calvos o pelonchos –un servidor sin ir más lejos– no puede comprender el arrebato de Will Smith. Otro que tiene la cabeza monda lironda. ¡Calvos del mundo, uníos!
Sin embargo, Smith no ha estado a la altura de las circunstancias. El agredido no dobló ni siquiera la rodilla, una vez recibido el golpe. Llega a ser John Wayne el ofendido y -sigamos con las referencias cinematográficas- le pone la cabeza a dar vueltas cual la niña del Exorcista. Se quedó en tierra de nadie. Hubiera podido optar por la elegancia de cruzarle la cara con el guante y citarlo a duelo retransmitido urbi et orbi para mayor gloria de las audiencias televisivas.
Quien, hubiera elegido estrangulamiento. Quien, incluso decapitación. Puesto que Chris Rock tampoco anda sobrado de folículos capilares, cuán hermoso hubiera quedado si le presenta a su dama ultrajada la cabeza sangrante prendida por las orejas, postrado él de hinojos ante ella, mientras recibe un casto beso en la coronilla después de que la Doña le haya sacado brillo a lo Mister Proper con su bayeta de tafetán. Admito que queda un poco demodé. Antiguo, más en plan 'Los diez mandamientos' o 'Ivanhoe', pero tiene más grandeza que el silencio cómplice del auditorio ante lo que suponía una doble humillación de la mujer, por calva y por no ser capaz de defenderse sin que un machote ponga al grosero en su sitio.
Tanto movimiento 'Me too', tanta denuncia feminista para que ante un acontecimiento global no haya una voz que al instante se alce en la denuncia. Son más dolorosos para la dignidad femenina y humana los aplausos que recibió el agresor al recoger el Oscar que la propia hostia. Es ultrajante que Denzel Washington y otros actores afroamericanos consuelen y amparen al cavernícola después de la infamia. Quizá entre actores exista una hermandad que actualiza el viejo grito irracional de «a mí la Legión, con razón o sin ella».
La gala fue un tostón. Como siempre. Mejor hubiera sido una adaptación de la obra teatral de Ionescu, 'La cantante calva', en la que los protagonistas -curiosamente se llaman Smith, coincidencias que depara el arte- son incapaces de comunicarse. La pertinencia y el surrealismo, idénticos. Pero mucho más divertido. Y digno.
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