Jorge Fernández Díaz, quien fuera ministro de Interior con Mariano Rajoy, ha contado que el Papa emérito Benedicto XVI le dijo, allá por el año ... 2015 y hablando sobre Cataluña, que «el diablo quiere destruir España». Desde 2020, este año raro en el que hasta la ultraderecha más rancia extraña el procès, se pueden extraer dos conclusiones de tal afirmación: la primera es que, por lo que se ve, los eméritos no andan muy finos últimamente; y la segunda, la más obvia, es que el diablo por fin se ha quitado la máscara.
Su plan estratégico para destruir España ha pasado de la sutileza del 1-O -de las manifestaciones, las urnas y las 'boutades' parlamentarias de unos y otros- a jugadas mucho más agresivas: muertes por inhalación de veneno evaporado, obtenido a partir de la piel de un sapo muy caro; el principal partido político de gobierno, el mismo que en su día aprobó la ley del matrimonio igualitario, negando la existencia de las personas trans en un comunicado oficial; una app móvil que emula el sonido de una cacerola siendo aporreada; o, por si fuera poco, un cantante ochentero acusando a Bill Gates de querer controlar nuestras vidas mediante nanobots, vacunas y 5G. Lucifer nos va ganando: Diablo 4, España 0.
Esto no se lo ha contado el Papa a Fernández Díaz porque no lo sabe, pero yo creo que todo empezó con Miguel Bosé y todo terminará con él. Y si no, volved a escuchar aquella canción en la que confesaba su verdadera identidad: «Don Diablo que es muy cuco / siempre sale con el truco / del futuro colorado colorín». Si Bosé no es un Anticristo a punto de cumplir la profecía para la que fue enviado, que baje Dios y lo vea. Y, ya que baja, que nos bendiga con un beso chiquitín.
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