Me salió del alma. Tras escuchar lo que me había mandado, le escribí un wasap: «Este audio tuyo es el mejor reflejo del 8M, Lola».
Efectivamente, Lola Marín iba como una moto. Le estaba urgiendo a nuestra 'soleada' cocinera que me mandara una información que necesitaba para el Gourmet del próximo viernes y me grabó el siguiente audio, entre el fragor de unas conversaciones que se escuchaban de fondo: «Vale. Esta tarde te mando un pantallazo con los platos y los menús… ¿Y los menús? ¡Ay, Jesús, si es que estoy!… Voy al hospital por mi madre, que le dan el alta hoy. Estoy con mil cosas… demasiado bien lo llevo». Y lo decía con una risa generosa.
Siempre he admirado a Lola. Me gusta su franqueza cuando habla desde su doble faceta de cocinera y empresaria. Me parecen imprescindibles sus opiniones sobre conciliación familiar y sobre las particulares dificultades que tienen las mujeres para abrirse camino en el mundo de la restauración, donde sigue habiendo mucho machismo.
Hoy es 9M. La prensa traerá información sobre las manifestaciones de ayer y, seguramente, habrá quien abunde en la división del movimiento feminista, que por primera vez marchó separado. Y ya. Se acabó. Ya pasó. Ya quedó atrás el Día de la Mujer, con sus felicitaciones y reivindicaciones. Con sus polémicas, sus memes y sus chistes casposos, empezando por el manido y sobado «¿Y para cuándo el Día del Hombre?».
Son importantes celebraciones como la de ayer. Nos hacen reflexionar, debatir y comentar. Son reveladoras, también. Cuando escribo estas líneas, aún no sé qué tal habrán ido las manifestaciones. Ojalá hayan sido un éxito abrumador. Este año no he podido ir: un contacto estrecho que ha dado positivo por covid me hace ser prudente, a pesar de no tener sintomatología alguna. Creo que estoy siendo más protocolario de lo que mandan los propios protocolos, pero mejor prevenir. Con mi agenda cancelada, pasé el 8M en casa, trabajando a toda leche, no me vaya a dar fiebre y me pille el toro. Aproveché para ver una película tan combativa y a contracorriente como 'Miss Marx', de Susanna Nicchiarelli; y para releer los cómics de la saga Millenium en los que nuestra Belén Ortega devolvía a la vida a la mítica Lisbeth Salander.
Folletaícas de cultureta, lo sé. Quienes se baten el cobre todos los días son las 'lolas' del mundo que sacan adelante un negocio y a una familia sin perder la sonrisa.
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