Fue una noche mágica. Los allí reunidos gritábamos «¡Franco, Franco, Franco!» a cada palabra de nuestro líder, el cual físicamente era un hombre a una ... nariz pegado que de perfil se movía como los flamencos de Doñana. Era el gran Franco, sí, pero Battiato. Para mí no hay otro, como tampoco hay otro Marx que merezca la pena tomarse en serio más allá de Groucho.
Dudo que esta ciudad esté llena de fascistas, pero tengo claro que los 'franquistas' de Battiato somos legión sin cabra. El otro día Franco (el cantante) pasó al estado de bardo tibetano, lo que viene a ser ese estado de transición en el que la persona decide si se queda en la eternidad a pensión completa o regresa a este mundo en forma de desengañado de la vida u otra especie. Esto último no merece la pena, porque imagínese que le toca reencarnarse en vecino de Donald Trump. Lo siento, es mejor la nada para siempre.
La sombra de Franco (el cantante) se proyecta sobre el consistorio de la Plaza del Carmen. Tenemos, por ejemplo, a Sebas, que está obsesionado con cantarle –aparte de las cuarenta– el 'Yo quiero verte danzar' a Salvador, bien sea al compás de unas ráfagas de pistolero sobre los pies del alcalde al ritmo del '¡Oh, Susana', o bien sobre brasas ardientes, como en la canción de Battiato. Por su parte, Salvador no piensa ondear la bandera blanca, por lo que busca un centro de gravedad permanente en sus socios peperos.
Sebas ha escogido el camino de los nómadas, se va, pero antes se pasó por el Hotel Meliá para anunciarle al alcalde aquello de 'Y te vengo a buscar'… para nada bueno. Puede que esto acabe con un 'Cucurrucucú', pero no creo que ninguna paloma de la paz, en un exceso de optimismo, se atreva a poner un huevo junto al caballo.
Paco cuenca también se apunta a la moda. El otro día fue sorprendido susurrándole a la vara de alcalde esta canción romántica de Battiato: 'Y te vengo a buscar, solo para verte y hablar, porque necesito tu presencia para entender mejor mi esencia'. Está ilusionado con volver.
Por mi parte, me quedo con lo mejor de Franco (el cantante), cuando dice que somos hijos de las estrellas y biznietos de su majestad el dinero. Y es que dos más dos son cuatro.
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