L desigualdad entre ciudades y territorios cada día se hace más alarmante. Concretamente en Granada, la diferencia anual de ingresos en la capital es de ... 23.100 euros entre las zonas más pobres y las más ricas. Hay zonas urbanas con un nivel de renta similar a Camerún, mientras en otras zonas se vive al nivel de Florida, como nos cuenta el periodista Juanjo Cerero, en un magnífico reportaje en IDEAL, del pasado 18 de agosto. Y es que tras dos duras crisis económicas, la de 2008 y la actual, derivada de la covid-19, el ascensor social se ha parado, y el avance hacia la igualdad de oportunidades se ha detenido.
Un español de familia pobre tarda cuatro generaciones (120 años) en conseguir un nivel de renta media, según revela el trabajo de la OCDE '¿Un ascensor social roto? Cómo promover la movilidad social'. Nacer hoy en una familia de altos ingresos y de un buen nivel cultural es garantía de éxito, pues el nacimiento marca el futuro en casi todos los países. Pero cuando se para el ascensor social, disminuye el crecimiento económico, y gran parte del talento se pierde. Según Gonzalo García, economista de Analistas Financieros Internacionales, esa desigualdad se gesta ya desde la infancia: «El cuidado y la formación de los niños entre los cero y los cinco años condiciona de forma determinante que mañana puedan tener un buen empleo y un buen salario». Además, la grave desigualdad de renta existente, remarca García, provoca la fragmentación social y la polarización, que posibilitan extremismos y populismos políticos.
Para el filósofo americano John Rawls, «quienes poseen los mismos niveles de talento y habilidad, y demuestran idéntico deseo de utilizarlos, deberían tener iguales probabilidades de éxito, independientemente de su posición inicial en la sociedad». Pero esto no es así. Según la OCDE, el 66% de los españoles del nivel de renta más bajo se quedará ahí.
Además, el paraguas social no funciona igual en todas partes. Si en un país nórdico un matrimonio queda en paro, eso apenas afecta al desarrollo universitario de sus hijos, cosa que no ocurre en otros muchos países, como España, pues en el Norte europeo el sistema de protección social (becas, desempleo y tasas académicas) está cubierto por el Estado, debido al alto nivel de protección social existente.
Hoy, en España, cerca de tres millones de niños están en riesgo de pobreza, y, al no existir movilidad social, los españoles no confían en la meritocracia. Según la OCDE, el 53% de los encuestados cree que tener padres con más medios económicos y más cultura es una garantía de éxito en España, frente a la media de los países europeos que es del 37%.
Para corregir esa situación, este organismo internacional aconseja invertir más dinero en educación, apoyar más a los desempleados, proteger a los parados de larga duración, y atajar el abandono escolar y la pobreza infantil. Las sociedades más igualitarias son más felices y saludables, pues la desigualdad afecta a la salud mental, a la mortalidad infantil, a los homicidios y a la esperanza de vida. El ascensor social se ha roto y hay que repararlo, con la intervención del Estado y, sobre todo, con la ayuda de los que más medios tienen.
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