Cuando al inicio de la Transición española me encontraba muy comprometido, como otros muchos jóvenes de mi edad, con la participación política, recuerdo experiencias, vivencias ... y relatos relacionadas con la nueva realidad social de lo que se llamaba democracia. Por entonces, mi amigo y compañero que era secretario de PCE y de la incipiente organización sindical de CC OO, me comentaba las apuestas políticas que se abrían e incluso ya me situaba él en una opción de derecha liberal moderada, nunca me vio en movimientos de izquierdas y tampoco me aconsejaba incardinarme con ellos, tal vez porque me conocía bien y sabía que mi compromiso social se movía en otro esquema ideológico como era el humanismo cristiano.
Mis primeros contactos políticos serios me acercaron a la figura de Cruz Martínez Esteruelas, un exministro franquista pero un talento privilegiado, era abogado del Estado y letrado de las Cortes, formado también en Estados Unidos, donde preparó su doctorado que defendió ya siendo ministro. Lo conocí en el Primer Congreso Fundacional de la UDPE, partido que posteriormente se integraría en AP, junto al periodista Emilio Romero. Ellos me dieron mis primeras lecciones de política y recuerdo que me decían que la política era el arte de lo posible. Yo me sentía anonadado ante su capacidad e inteligencia para hacer frente a situaciones que parecía imposibles pero que luego las hacían realidad. Recuerdo la visita de Cruz Martínez a Almería y el cariño y la cercanía que prodigaba, me decía que nuestra provincia tenía que buscar el modelo de desarrollo de Alicante, basado en la agricultura, la industria y el turismo, pues Almería estaba por hacer y era necesario ordenar los recursos buscando ciclos productivos que evitasen la temporalidad o cuanto menos pudieran complementarse temporalmente para mantener el empleo.
Hoy a los 45/46 años de aquellos consejos sigo pensando si la política es el arte de hacer posible las aspiraciones de una tierra y la sociedad que la habita. Efectivamente no logro ver con claridad si la acción política ha hecho posible muchas aspiraciones seculares teniendo como referencia nuestras bases y limitaciones. Reconozco que en efecto ha habido decisiones importantes, como la labor de Colonización, pero los tiempos y los períodos de oportunidad no han sido los deseables en todos los campos que constituyen las bases de nuestro desarrollo. Hoy, 130 años después de desarrollarse la primera línea férrea vivimos pendientes del ferrocarril y de la conjunción intermodal adecuada que posibilite mantener los logros alcanzados por el modelo productivo y aseguren las expectativas de futuro.
Tampoco hemos sido capaces de lograr los procesos de integración social y laboral que nuestro modelo productivo exige, asignatura pendiente y que obliga a generar soluciones integrales e integradas dentro de un esquema de convivencia responsable. Tal vez el fracaso del modelo educativo y las imposiciones ideológicas basadas en la demagogia, el oportunismo o el sectarismo estén en la raíz del problema.
Me sorprende, que la concepción política de la izquierda gobernante sea hacer imposible la convivencia, enfrentando a los ciudadanos y discriminando por razones ideológicas; en definitiva, rompiendo la convivencia y haciendo imposible el progreso por el deterioro económico provocado. Solo parece que la política, para ellos, es hacer posible que muchos mediocres se conviertan en plutócratas a costa de la ingenuidad de los ciudadanos.
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