El valor de los errores
Armando Segura
Jueves, 8 de junio 2023, 22:51
Un error es tanto más valioso cuanto aclara que el camino seguido estaba equivocado. Esto ayuda a comprender las crisis juveniles, que vienen a ser ... turbulencias. Acabarán bien en proporción a la aceptación de la humillación que conlleva haberse equivocado. La democracia española es muy joven por no decir que pasa por un período adolescente. Cabe pensar si alguna vez hubo democracia en nuestro país.
Se compraban votos con Romanones y se compran ahora con la diferencia que marca el IPC. Me refiero no sólo a la picaresca de Melilla y Mojácar sino al burdo e insultante venta de entradas para los mayores, a la rebaja en ferrocarril y a los cincuenta euros a los jóvenes que trabajan y estudian. Un efecto parecido producía el PER. Pocos reconocen lo mal que se han comportado. En algún caso sacan pecho como D. Rodrigo en la horca, que cuentan las crónicas que cuando le llevaron al cadalso se comportó de modo tan bravío y noble que las gentes lloraban y rezaban por su alma. La política en España funciona por tanteo y error no por un proceso, sea tradicional como en el Reino Unido o racional como en Alemania. Al no haber tradición ni razón, se mira al corto plazo de modo que el azar puede plantear mejores oportunidades el día de mañana.
¿Quién se ha equivocado y por qué lo han hecho? Se equivocó el PNV con la moción de censura que abrió la caja de Pandora de la coalición imposible, llamada Frankestein, y que algunos ennoblecieron con el nombre de 'habilidad'. Se equivocó Sánchez atreviéndose a sumar el socialismo al independentismo y al antisistema. Se equivocó Alberto Rivera olvidando que la única razón de su éxito era unir todas las fuerzas constitucionalistas en Cataluña. Fuera de ese contexto, no había lugar. Se equivocó Pablo Iglesias, que despertó el romanticismo de Lavapiés y acabó en el clásico de Galapagar. Se equivocó Pablo Casado, intentando hacer con Ayuso lo que se hizo con Aguirre.
Toda esta madeja de equivocaciones ha llevado a una política ideológica de extrema izquierda que ha tenido la virtud de acabar de un batacazo con el socialismo, con Sánchez, con Podemos y con Esquerra, siendo Bildu y el PP los únicos beneficiados.
Ese fracaso de habilidades y estrategias de un novato en política casi alcanza la Presidencia de Europa. Y la gran obra de Sánchez: las docenas de decretos leyes que vía exprés, y sin debate, con urgencia, producen en muchos casos náuseas a la gran mayoría de los españoles.
En alguna medida, la política sanchista imita a la de Manuel Azaña, no en las tretas y retórica enmascarada, sino en los contenidos de su legislación, elevados a un nivel superior por la presión de la ideología de género, pero Azaña nunca pactó con Esquerra y los vascos
La respuesta global del país es masiva y aplastante, porque en mi opinión se ha pasado tres pueblos y los siguientes. El éxito del PSOE fue debido a la moderación, a no traspasar las líneas rojas que, aunque están en la Constitución, se han desleído en la interpretación.
El mayor de estos errores es la guerra abierta con la Judicatura, la intervención política del TC. En estas circunstancias no se puede sostener el Estado de Derecho. Encaminar lo mal descaminado. Eso sería la simple derogación. Sería corto de miras si no hubiera un programa positivo de reconstrucción nacional que trataría de evitar tanto desafuero. Si uno quiere llegar a buen puerto no se puede aliar con los piratas.
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