Cuenta la leyenda que Buda se sentó bajo una higuera durante semanas y así alcanzó la iluminación gratis. Los hay con suerte; el resto tenemos ... que pagarla y a qué precios.
Con Buda o sin él, lo cierto es que no hay criatura más servicial y buena que un árbol, siempre dispuesto a pintar una sombra para ti. Granada no es el Amazonas, ciertamente, pero tiene suficiente arboleda como para dar cobijo a todo aquel que busque alejarse de la iluminación solar o acercarse al sosiego. Ya sabes, un granadino es un ser realizado cuando tiene un hijo, escribe un libro y se planta debajo de un árbol para que le caguen los pájaros.
Hay que reconocer que en los últimos años las distintas corporaciones municipales se han esforzado por adecentar con fina peluquería vegetal nuestro patrimonio más verde. Los árboles del centro ya no gastan esas 'greñas' de antaño que tanto espantaban al ciudadano por su similitud con el árbol del miedo. Lo verde vende en Granada y, como luce bonito en los programas electorales, los políticos lo riegan con frecuencia esperando sus frutos en forma de votos. Por algo somos la tierra del 'Verde que te quiero verde, sobre todo en elecciones'.
La boina contaminante sobre el cielo de Granada no es un asunto nuevo. Recuerdo haber visto muchos cielos sucios durante mi infancia. Al hilo de esto, se me viene a la memoria una película de Antonio Mercero llamada 'Los pajaritos', donde se narra la historia de un Madrid totalmente contaminado, causa por la cual mueren miles de pájaros a diario. Dos abuelillos deciden poner en marcha una 'operación' para protegerlos de este exterminio masivo. Preciosa película.
Todo esto viene en relación a una noticia que he leído recientemente en una revista científica. Resulta que la contaminación acústica de las ciudades provoca sordera en nuestros pajaritos, lo que me lleva a pensar que esto se nos ha ido ecológicamente de la manos. Si ahora las avecillas se vuelven locas por los ruidos y comienzan a cantar como el peor de 'Operación Triunfo', ¿qué nos queda ya por fastidiar de la madre naturaleza? Solo la madre que nos parió.
El cielo en forma de boina contaminante y los pájaros con trompetilla cantando en nuestras plazas; no se le puede pedir más al efecto invernadero. Granadino, cuando un pájaro canta entre humos y bocinas, es que algo tiene en la garganta.
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