Las apariencias (prólogo o epílogo)
ricardo campos
Viernes, 25 de septiembre 2020, 23:11
Ha sido durante años la gran mentira oficial: «Tenemos la mejor sanidad publica del mundo», se repetía como un mantra. Como el astillero que habla ... de los mejores navíos, los mejor construidos y con capitanes avezados para gobernarlos. Como las escuderías que hablan de las mejores carrocerías, aerodinámica y los pilotos mas entrenados.
Pues no. El camino no se hace (o se demuestra en este caso) andando. El camino, la travesía o la carrera se demuestra navegando con tormentas o circulando con curvas cerradas y calzadas rotas. Y si a la primera gran ola te hundes o el capitán te choca con un iceberg; y si en la primera curva muy cerrada te estrellas o te metes en un socavón y se te sale la rueda, entonces ni la escudería ni la naviera te decían la verdad. Era todo mera apariencia. Chapa y pintura.
En España, en Andalucía, la primera ola desbordó el sacrosanto sistemas de hospitales y tecnología de la sanidad pública y enfermaron, ya sean mas o menos, muchísimos de sus capitanes y pilotos. En la que muchos ya llaman segunda ola aunque yo creo que es la primera prolongada, la única que no se fue nunca, se ha desbordado y quebrado el sistema de atención primaria del que hasta hace dos días todos presumíamos. Ya no quedan billetes para el viaje en los botes salvavidas. Todos los asientos están ocupados.
Y cuando venga la tercera ola o el tercer pico o como queramos llamarlo, el sistema colapsará hasta límites insospechados. Más allá de la primaria, sobrepasará como un tsunami a los especialistas y también a los servicios sociales.
Era todo apariencia. Pese a la mentira oficial, teníamos y tenemos un mal sistema de salud que no soporta los test de estrés. El primer paso para solucionar lo que ahora hemos visto a las claras es admitir que tenemos un problema: un sistema que no marcha como pensábamos. Y después tendremos que rescatarlo, exactamente igual que hicimos con los bancos. Pero tendrá que ser rápido, no sea que se nos agoten antes los recursos que ya parecen escasear.
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