El gran teatro del mundo
En su diálogo inicial con el Mundo, deja clara Dios su condición de 'Autor soberano' por ser Él quien da forma y vida a cuanto existe
Antonio Robles
Lunes, 5 de junio 2023, 23:38
«Y vio Dios que era bueno», dice el Génesis (1, 25) cuando el Creador contempla, recién terminada, la maravilla de sus manos: el Mundo. « ... Hermosa compostura / de esa varia inferior arquitectura…», dice el autor refiriéndose a la misma maravilla «con montes, rayos, piélagos y vientos», tablado donde el hombre va a 'representar' el papel asignado y de cuya interpretación dependerá la recompensa.
Difícil resulta sustraerse a la enorme riqueza de contenido de 'El gran teatro del mundo' —tal vez la obra cumbre de Calderón—, aun cuando el mensaje vertebral de la misma sea sencillo y claro: «Obrar bien, que Dios es Dios».
En su diálogo inicial con el Mundo, deja clara Dios su condición de 'Autor soberano', por ser Él quien da forma y vida a cuanto existe; y su intención creadora que es la representación de una 'comedia' donde sean Él el Autor, el Mundo el teatro y el Hombre el recitante. En esa comedia —que es «la humana vida»—, Él repartirá los papeles dando a cada uno el que más «le convenga», y el Mundo se encargará de preparar la escenografía, el vestuario y los accesorios (en este párrafo se trasluce perfectamente el conocimiento y la pasión teatral de Calderón por los deslumbrantes montajes que él detallaba en sus libretos y exigía para la representación de sus obras).
Una vez informado, el Mundo expone al Autor el diseño que ha ideado para esa representación, y que, como es habitual en los autos de Calderón, comenzará describiendo la historia de la salvación en tres etapas o 'jornadas' (actos) al igual que en el teatro. Primera jornada: Ley Natural con la humanidad en el paraíso, el pecado y el diluvio. Segunda jornada: Ley Escrita centrada en el pueblo de Israel con la esclavitud de Egipto y su liberación. Y la tercera jornada o Ley de Gracia, de lleno en el Nuevo Testamento. Después, pasa a concretar la escenografía donde solo habrá dos puertas: una para entrar en el mundo —la cuna—, y otra para salir de él — el sepulcro. Por último, el vestuario: «Y para que no les falten / las galas y adornos juntos, / para vestir los papeles / tendré prevenido a punto / al que hubiere de hacer...» — Y va refiriendo los accesorios con que dotará a cada personaje— «porque ninguno, después, / se queje de que no tuvo, / para hacer bien su papel / todo el adorno que pudo; / pues el que bien no lo hiciere /, será por defecto suyo, / no mío…».
Es cruel pero aleccionador el trato del Mundo al hombre terminada la comedia
El Autor aprueba el diseño y llama a la existencia a los hombres para repartir los papeles. En este primer encuentro con ellos les hace ver que se trata de una 'representación'; y que no hay que quejarse del papel recibido porque lo importante no es el papel sino el modo de hacerlo: pues «con cualquier papel se gana, / que toda la vida humana / /representaciones es; / y, la comedia acabada, / ha de cenar a mi lado / el que haya representado, / sin haber errado en nada, / su parte más acertada». Una vez entregados los papeles, el Autor responde a las preguntas de los actores diciéndoles que la comedia se llama 'Obrar bien, que Dios es Dios'; que el Cielo es el único juez; que ninguno sabrá cuándo empieza o termina, y que lo que importa es «estar siempre preparados / para acabar el papel, / que yo os llamaré al fin de él.» Para dejar todos los cabos atados, a la pregunta del Pobre sobre cómo guiarse si los sentidos engañan, el Autor responde que para eso «tendré desde el Pobre al Rey, / para enmendar al que errare / y enseñar al que ignorare, / con el apunto, a mi Ley. / Ella a todos os dirá / lo que habéis de hacer, y así / nunca os quejaréis de mí.»
Mientras asiste a la representación, el Autor va observando los errores de los distintos personajes, pero sin intervenir pues les dio libertad superior a las pasiones humanas para, de ese modo, poder merecer por sus obras. En este punto, hace Calderón una advertencia que, siempre válida, parece serlo más en nuestro tiempo:
Y en aquella confusión
donde obran todos juntos,
miro en cada uno yo,
diciéndoles por mi Ley:
'Obrar bien, que Dios es Dios'.
Advertencia que, a continuación, repite la Ley de Gracia. ¿Por qué tanta insistencia? En la vorágine de nuestra sociedad —»la confusión / donde obran todos juntos»— es fácil dejarse llevar por la moral del siglo desatendiendo la voz de la propia conciencia. El Autor advierte de este riesgo para que ninguno busque justificarse por los demás.
Y aquí me detengo. Lo que sigue, véanlo ustedes y juzguen. Es cruel pero aleccionador el trato del Mundo al hombre terminada la comedia. Y significativo el juicio del Autor (Dios) sobre las acciones humanas. Y, junto a esta lección de cordura que es EL GRAN TEATRO DEL MUNDO, disfruten también de un verso sin igual. Decía Goethe que si toda la poesía del mundo llegara a desaparecer, podría recuperarse leyendo a Calderón.
(Representación: días 7 y 8 (miércoles y jueves de Corpus), en el Corral
del Carbón, a las 22:00 h).
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