Vivir sin techo
Antonio Mesamadero
Lunes, 28 de octubre 2024, 23:34
La sociedad actual se caracteriza por un compulsivo refugiarse en el teléfono móvil para no preguntarse sobre el sentido de la vida: quién soy, de ... dónde vengo y a dónde voy sin mi iPhone.
Así hablaba Ortega y Gasset de la ancestral necesidad humana de evadirse de la realidad construyendo un mundo propio de ficción: «En las épocas de crisis son muy frecuentes las posiciones falsas, fingidas. Generaciones enteras se falsifican a sí mismas, quiero decir, se embalan en estilos artísticos, en doctrinas, en movimientos políticos que son insinceros y que llenan el hueco de auténticas convicciones. Cuando se acercan a los cuarenta años esas generaciones quedan anuladas, porque a esa edad no se puede ya vivir de ficciones: hay que estar en la verdad». El filósofo desgrana en esta lapidaria reflexión todos los autoengaños y vías de escape de la realidad que habitan en nosotros. El «estar en la verdad» ortegiano, en definitiva, significa tener los pies en el suelo.
Diez personas sin hogar han fallecido en Granada desde el mes de junio, una noticia que contrasta con el silencioso pero visible aumento de la pobreza en nuestra ciudad. Son los datos compartidos por la asociación La Calle Mata y la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). Ambas prestan ayuda material y regalan calor humano a los que viven en esa cruda y fría morada que es la calle. Hay granadinos que no tienen más techo que las estrellas.
Quizá una de las pocas verdades que merecen el calificativo de absolutas es que no hay mayor riqueza en este mundo que ayudar a otras personas. Esa verdad tiene su sede en el corazón y es una pequeña luz que alumbra de entendimiento todos los rincones de la vida humana. Descubrirla es encontrarle sentido a la vida.
Todo lo que le ocurre a una criatura sin hogar, te ocurre a ti. No puedes entender el sufrimiento de otros sin sentirlo en tu interior. Puedes olvidarlo, no mirar, pero esos que sufren existen, y si tu corazón te mueve a hacer algo por ellos, entonces habrás encontrado una de las grandes verdades incontestables de la existencia humana: no hagas daño, haz el bien.
Decía el escritor Eduardo Galeano que la caridad es un acto humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba, mientras que la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo. Proporcionarle un hogar al que vive en el pozo profundo de la marginación no es un acto de caridad, sino de justicia.
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