Higiene ferroviaria
Antonio Mesamadero
Lunes, 23 de septiembre 2024, 23:24
Corría el año 1982 cuando el cantante Joan Manuel Serrat enviaba sendos requerimientos a TVE y a la Sociedad General de Autores instándoles a que ... retiraran un anuncio de televisión que utilizaba su canción «Hoy puede ser un gran día» para la promoción de productos de higiene femenina.
Cuarenta y dos años después, la citada melodía será el hilo musical que adorne el estado de ánimo de la alcaldesa de Granada y el ministro de Transportes en su reunión en torno a la integración del ferrocarril: «Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así. Aprovecharlo o que pase de largo como el Corredor Mediterráneo depende en parte de ti, Óscar Puente». Fina promoción de la higiene ferroviaria.
La política es para el político lo que el alcohol era para el poeta Bukowski: busca algo en la vida que te guste y luego deja que te mate. La política engancha tanto como destruye, sobre todo si se desarrolla dentro del Ministerio de Transportes. No recuerdo ya la cantidad de ministros del ramo que han destruido su salud intentando resolver el jeroglífico de las infraestructuras pendientes en nuestra provincia.
El cambio era la ley de la vida, hasta que se afincó en Granada. Aquí le entró la pereza, perdió el interés por el futuro y únicamente cambia cuando ya no le queda más remedio o por simple instinto de supervivencia. Hace cuatro cosillas aquí y allá y luego vuelve a su estado de molicie adquirido en nuestra ciudad. Eso no hay quien lo cambie.
Tengo un amigo al que le encanta tanto como a mí la literatura de Isaac Asimov. Lo admiramos pero también nos tronchamos con su frase «El cambio es la única constante en el universo». Eso es en el universo de toda la vida. En el universo granadino, salido de la gran implosión de la materia malafollá, lo único constante es la ausencia de cambio. Verdad científica irrefutable.
¿Habrá cambiado de opinión el ministro Puente sobre la integración ferroviaria? Lo sabremos mañana resumido en un tuit, espero que con palabras amables. Aunque, reconozcámoslo, todo esto de la integración del tren le suena a chino a la gran mayoría de los granadinos. Nadie sabe qué es lo mejor, si soterrarlo, despachurrarlo o despatarrarlo.
El otro día escuché hablar al ministro tuitero del tema y por un momento retrocedí a lo de «la parte contratante» de los hermanos Marx. Aún así, no pierdo la esperanza de que haya segundas partes buenas en todo este lío. Un acuerdo entre Carazo y Puente y dos huevos duros, por favor.
La misma Sierra Nevada de siempre, la misma Alhambra de siempre… y las mismas infraestructuras de siempre. La Granada eterna.
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