Federico sin mascarilla
Antonio Mesamadero
Lunes, 17 de marzo 2025, 23:47
Así que pasen cinco años» (subtitulada 'La leyenda del tiempo') es una obra teatral de Federico García Lorca que bucea en el surrealismo y versa ... sobre el paso del tiempo, el amor, la muerte, la frustración y la realidad. Se da la circunstancia trágica de que el poeta la concluyó el 19 de agosto de 1931, justamente cinco años antes de ser asesinado. «Así que paso de estos cinco años» (subtitulada 'Qué pérdida de tiempo haciéndome PCR') es una obra teatral también única, pero por diferentes motivos. En ella se mezclan el género trágico-sanitario y a la picaresca más clásica, dando lugar a una novela negra de desamor con la política, muerte, frustración, realidad en estado de alarma, crisis económica y una colección de pillos comisionando a la grande con unas mascarillas hechas de papel de fumar. En resumen, una fusión de 'La Peste' de Albert Camus y el Lazarillo de Tormes. Esta obra no fue escrita en papel, sino en la memoria de los granadinos, lo que la convierte en imborrable para todo aquel que no quiera olvidar el latrocinio paralelo a la pandemia. Si el título lorquiano suena a destino ligado al tiempo, los cinco años desde el primer caso de coronavirus en Granada suenan a condena: cinco años y un día para no recordar.
En la pieza de Federico hay, curiosamente, un personaje que desea descumplir años, algo que todos desearíamos cuando pensamos en el bicho. Poder remontarnos a aquel tiempo donde la mascarilla era cosa de cirujanos y de alérgicos radicales al polen o a esa forma de hacer política que todo lo contamina. Volver a la Granada de antes del Covid, donde para hablar no había que mantener una distancia reglamentaria (salvo halitosis perruna del interlocutor) y las toses del prójimo no eran esquivadas como Keanu Reeves evitaba las balas en 'Matrix'. Volver a nuestro jardín de las delicias malafollá previo a estos cinco años orwellianos y borrar este tiempo en el que hemos visto morir de hambre a las palomas en nuestras calles y a los ancianos caer como pajarillos que caen en picado del cielo, solos o en compañía de los hijos de la medicina, esos sanitarios cuyo destino vital se unió al de sus protegidos. Quién pudiera anular estos cinco años donde los médicos y las enfermeras eran héroes caídos en combate contra la guerra vírica, orgullosos de haber dado su vida cumpliendo las órdenes del general Hipócrates: Donde hay amor por la medicina, hay amor por la humanidad. Woody Allen dice que la comedia es tragedia más tiempo. Según el cineasta, el paso de los años hace que se pueda bromear con los hechos más traumáticos o dolorosos. No estoy de acuerdo, pienso que las tragedias no suelen convertirse en comedias, sino en amnesia, y la prueba es la pandemia. La gente prefiere olvidar a reírse del funesto coronavirus, que llegó como un látigo en la noche y pilló desprevenidos a todos. A todos menos a los que supieron ver el negocio de las mascarillas. A esos no hay ni virus ni moral que los tumbe.
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