«Somos lo que comemos», escribió el filósofo Feuerbach en su libro Enseñanza de la alimentación. Asimismo, la enseñanza educativa también forma parte de la ... alimentación, en este caso del espíritu, ya que las personas somos lo que aprendemos. En definitiva, si no comes no tendrás fuerzas ni para dar un paso, y si no te educas no irás a ninguna parte.
Decía Aristóteles que la excelencia nunca es un accidente, sino el resultado de un esfuerzo sincero. Genial reflexión, pero pienso que 'excelencia' es una palabra que suena más excelente de lo que realmente es. Por ejemplo, en lo educativo se puede hablar de profesores excelentes (en Granada, el nivel es muy alto), pero también de excelentes recortes por parte del Ministerio de Educación. Excelencia coja, se llama.
Habría que valorar en su justo precio, o sea, económicamente, la excelencia de los profesores granadinos. Hay incompetentes, vale, pero la mayoría de nuestros docentes dedican a su función una parte importante de sus vidas –y de sus nervios– que no se ve reflejada en el sueldo.
Cuando yo estudiaba no había excelencia, pero sí ganas de estudiar. Tampoco teníamos muchos más medios que ahora (yo diría que ninguno), pero el maestro era una figura respetada y hasta venerada en muchos casos. Ahora se abusa de ellos y se les exige que formen en valores que los padres no enseñan en sus casas. A esto hay que añadir la crisis económica de tapadillo que vivimos y la falta de liquidez emocional de muchas familias, que no es que estén desestructuradas, es que simplemente están en la chatarrería.
Septiembre está a la vuelta de la esquina, con su vuelta al cole y las vueltas a la cabeza para afrontar los gastos del niño, comprobando un año más la poca excelencia de nuestros bolsillos.
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