La comunidad de agosto
Antonio Mesamadero
Lunes, 7 de agosto 2023, 23:13
Durante mi cándida edad del pavo, llegué a creer que una comunidad de vecinos era la idílica versión humana de una colmena. De adulto, ya ... no creo en la abeja Maya y veo el asunto más como una 13 Rúe del Percebe, donde si necesitas al presidente de la comunidad, probablemente encontrarás a Wally unos cuantos años antes que a él. ¿Alguna vez has intentado localizarlo en pleno agosto? Haz la prueba; te aseguro que es más fácil encontrar pepitas de oro en el Darro que dar con ese fugitivo huido de sus responsabilidades. Pero vayamos a la raíz del problema.
Vivir en un piso es como vivir dentro de un altavoz de discoteca, vistos los decibelios que gastan algunos miembros de la colmena humana cuando arrastran las sillas como si fueran arados, aplican la técnica 'punta-tacón' al caminar, ponen la televisión al mismo volumen que sus gritos o simplemente dejan que el perro imparta sus clases de 'canto' de madrugada. Esta colmena suele dividirse en dos grupos. El primero está capitaneado por el presidente y el secretario, que parecen recién nombrados por el mismísimo Rey, dadas las ínfulas que se dan algunos: dale un carguillo a fulanillo y lo conocerás. El otro grupo es el de las abejas reinas, las vecinas que pasan de ser obreras pero no de ser cotillas.
Hace años tuve un presidente de la comunidad que, aunque no era extranjero, nadie lo entendía cuando hablaba de las cuentas. Te daba cifras, pero raramente presentaba un papel justificando las diversas siegas. Valga como ejemplo el pozo sin fondo que era el ascensor. No he conocido otro ascensor que sufriera tantas averías con politraumatismos y tantas facturas sin un diagnóstico claro.
Hay bloques vecinales donde es difícil la convivencia, porque en ellos se mezclan abejas obreras zánganos. Los zánganos raramente viven en un chalet, porque no encuentran sentido a comportarse como tales en sitios espaciosos donde nadie los oye. Al igual que el universo, el zángano tiende a expandirse en sitios cerrados y su lema de vida es no pagar el recibo de la comunidad. Por eso pronto se convierten en líderes de masas: todo el mundo va detrás de ellos.
Posdata: El último presidente que tuvimos sigue en busca y captura. Nos debe dinero a todos los vecinos.
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