El cielo abrasador
Antonio Mesamadero
Lunes, 3 de julio 2023, 23:17
El calor es una cosa llevadera, «la caloh» no. «La caloh» es cuando los cuerpos granadinos alcanzan la combustión espontánea por motivos solares. La diferencia ... es sutil, pero de ella depende tu vida.
No sé usted, pero a mí me cuesta sobrellevar el verano, sobre todo estéticamente. Por estas fechas mi barrio parece el desierto de Tabernas, y a mí las tabernas me gustan, pero no para morir deshidratado junto a un cactus y la calavera de una cabra, sino como oasis donde apagar la sed. Ya lo dijo mi vecino Aurelio, un experimentado catador de la Escuela Valdepeñas: «De mal a mal, dame la taberna y no el hospital».
Por culpa de «la caloh» estoy pasando el verano de aquí para allá en la casa, buscando el hueco más fresquito donde refugiarme, o sea, el mismo comportamiento que tiene el hámster de mi hija en su jaula cuando llega el estío. «La caloh» -se lo recuerdo a menudo a un amigo que vive en la siberiana Palencia- es como un tiro en la pierna: tienes que experimentarlo en carne propia para saber lo que es, no vale que te lo cuenten.
«La caloh» es también cuando después de abrirlo todo de noche y tenderte en la cama como una piltrafa humana en gayumbos, dormir se convierte en un bonito recuerdo en blanco y negro del pasado. En ese entorno único es posible que te lleguen ecos provenientes del inframundo del «ojopatio», pero no te asustes, suelen ser los suspiros y quejidos de los vecinos dorándose junto al termómetro. Hay quien no lo aguanta y por fin logra dormir a pierna suelta, pero para siempre.
Puerta Real es la puerta del infierno de «la caloh» granaína, el lugar donde una traicionera lengua de fuego suele tumbar a lametazos a todo el que se atreve a pisar la zona sin un bloque de hielo atado a la cabeza. Y si posees una mascota con más melena que «El Sevilla», te aconsejo que la invites a un polo mientras haces el «paseíllo» por el lugar con ella, o te quedarás sin ella.
El granadino, que ya nace «achicharrao» de fábrica, sabe cuán inútil es luchar contra el clima malafollá, que se puede resumir en seis meses de invierno y seis de infierno. Mucho más entretenido que las temperaturas es lo que la gente, paradójicamente, está dispuesta a hacer para combatirlas: tostarse vuelta y vuelta en la playa hasta que salga fumata negra: «habemus» tabardillo. Hay granadinos a los que les molesta hasta el calor humano.
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