El año de la bicha
Antonio Mesamadero
Lunes, 3 de febrero 2025, 23:01
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Antonio Mesamadero
Lunes, 3 de febrero 2025, 23:01
Mi amigo Alirio, persona que no tiene tocayo por lo raro de su nombre, es un enamorado de la cultural oriental. Se sabe los signos ... del horóscopo chino mejor que la tabla de multiplicar, por lo que es inevitable que también los cante en una conversación. Ayer me lo encontré por la calle y tras unas palabras de cortesía me comentó que 2025 es el año de la serpiente. Este animal, que tiene la costumbre de mudar más de piel que algunos de ropa en un probador de Zara, se considera un talismán que atrae la buena suerte y el dinero, dos cosas que siempre van tan cogidas de la mano como la mala suerte y la ruina. Los especialistas en esoterismo recomiendan utilizar durante este tiempo carteras elaboradas con piel de serpiente, aunque precisan que llenarla de billetes ya no dependerá de la serpiente sino de la capacidad del individuo para ser un rata. Picado por la curiosidad, me puse a investigar el animal que rigió en 2019, año de la puesta en marcha del AVE, y fue el cerdo. Concretamente, este período se llamó 'el año del cerdo de tierra', nombre que en Granada se conoció como 'el año del tren cerdo que me ha dejado tirado en tierra'.
Las serpientes no se encuentran entre los grandes iconos de belleza, pero son animalitos de Dios aunque cueste creerlo. Además, se sabe que son muy ordinarias porque se pasan la vida sacando la lengua, y aunque no hablan con la mirada te lo dicen todo. También muerden, pero morder mordemos de igual manera las personas –con o sin veneno– en muchas de las palabras que soltamos a diario. De hecho, 'víbora' no es sinónimo solo de serpiente, también lo es de mala persona –ya sabes, una de esas criaturas que si se mordiera la lengua se envenenaría–.
Lo más parecido en nuestra ciudad a la sangre fría de una serpiente es el desempleo, un maldito que sabe deslizarse sigilosamente cual anaconda hasta que suelta el 'bocao' en la EPA. La crisis económica derivada de la pandemia engulló mucho empleo que aún sigue en proceso de digestión, una parte indigestado y la otra atragantado. Es la guinda salvaje a unos gobernantes que imitan a la boa constrictor aumentando los impuestos.
Asimismo, algunos políticos de lenguas bífidas se vuelven salvadores cuando tocan elecciones, prometiendo oxígeno a unos granadinos que están más asfixiados que un explorador dentro de una pitón. La llamada a las urnas es tan inquietante como la llamada de la selva. A lo lejos suena el tamtam de un posible adelanto electoral por parte del hechicero Sánchez. Cuidado, nunca se sabe quién puede aparecer arrastrándose pidiendo tu voto. No lo pises, simplemente esquívalo.
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