Alergias de temporada
Antonio Mesamadero
Lunes, 6 de marzo 2023, 22:52
Sevilla tiene un color especial cuando llega la primavera, pero es Granada la que estornuda a la sombra de los pinos. Sevilla huele a azahar, ... y a los granadinos nos huele que este año el polen de pinos y cipreses quiere tumbar más napias de la cuenta.
Las alergias tocan las narices siempre que pueden. A día de hoy, el único remedio posible es una buena dosis de antihistamínico acompañado de una quema histórica de todos los plátanos de sombra, olivos y gramíneas del planeta. Otro alivio a esta gran molestia consiste en ponerse una de esas mascarillas que tanto recuerdan a las que lucían los soldados imperiales de La Guerra de las Galaxias. Gracias a ellas son muchos los alérgicos que pueden bloquear el aire de invasiones alergénicas y, de paso, salvar la vida filtrando los gases nocivos de efecto invernadero que algunos usuarios emiten dentro de los autobuses urbanos. Si me dan a elegir entre una tufarada de polen o un cuesco 'autobusero', prefiero ahogarme con lo primero.
Me considero afortunado. Solo he tenido una alergia grave en la estación de las flores, y fue precisamente a la Fiesta de la Primavera. No aguantaba a tanto capullo brotando cerca de mi casa: se me irritaban los ojos. Me curé huyendo de aquel lugar como el que huye de las flores del mal.
Algo que sí he padecido con abundancia son algunas alergias filosóficas, religiosas e ideológicas. El médico me ha dicho al respecto que no existe antihistamínico que alivie mi excesiva percepción de la vida. Lo más aproximado es la fórmula magistral de los monitos sabios: no ver, no escuchar, no decir y un copazo con distinción de sol y sombra tres veces al día.
Por cierto, ¿has visto alguna vez un ácaro? A simple vista lo dudo, salvo que tengas vista de águila, pero al microscopio es uno de los seres más repugnantes que se pueden contemplar de cerca.
Sostiene un amigo mío que el problema no es el polen, sino los contaminantes a motor. Su teoría es que las 'polinizaciones' de monóxido de carbono producen efectos más letales sobre el sistema inmunológico de las personas que cualquier otra partícula en suspensión. El 'polen negro' circula con todos los papeles reglamentarios, pero sin mascarilla ni control. Es una alergia tan multiestacional que se nos ha olvidado que existe.
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