Manipulación
«Han llegado incluso a manifestar su temor de que puedan fotografiar a sus hijos en los patios. Ese sería el menor de los problemas pues los padres de ahora no solo hacen fotografías, sino que las suben a las redes sociales a modo de escaparate, a bebés y adolescentes y lo ven tan normal»
Ángel Iturbide Elizondo
Periodista
Sábado, 27 de septiembre 2025, 18:05
El obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero, se ha visto obligado a salir al paso para calmar los ánimos de padres y madres de los ... alumnos del Colegio Diocesano San Ildefonso que han rechazado de plano que en el Seminario Menor de la capital se impartan cursos de formación laboral e inserción a migrantes que se encuentran entre nosotros.
Como ya es habitual siempre que se habla de migrantes o inmigrantes se pone el grito en el cielo aún sin conocerse en su totalidad el proyecto del que se trate. Eso es lo que está ocurriendo estos días en nuestra ciudad donde al rechazo inicial de los padres de alumnos del San Ildefonso se han sumado comerciantes y particulares de la zona que, incluso, han emprendido una campaña de recogida de firmas para que el proyecto no salga adelante. Han llegado incluso a manifestar su temor de que puedan fotografiar a sus hijos en los patios.
Ese sería el menor de los problemas pues los padres de ahora no solo hacen fotografías sino que las suben a las redes sociales, a modo de escaparate, a bebés y adolescentes y lo ven tan normal. Por eso ha salido el obispo a dar su opinión y decir que «no hay que tener miedo» al tiempo que ha calificado el proyecto de «serio» y «bien planificado». Gómez Cantero ha demostrado siempre ser un hombre prudente y comedido y así lo ha sido en esta ocasión al afirmar que «hay muchas cosas de la fe que son muy difíciles de asimilar, cada uno lo lleva como puede»; aunque yo habría sido más contundente y habría afirmado que aquí uno es buen cristiano para lo que le conviene.
La mayoría no sabe de qué va esta iniciativa que surge en el seno del Servicio Jesuita a Migrantes y que tiene como fin ofrecer «educación formal, formación práctica y acompañamiento personalizado» para mejorar la integración sociolaboral de migrantes asentados desde hace más de dos años en la provincia y que pretenden mejorar sus oportunidades mediante trabajos con mayor cualificación.
El Seminario, que se encuentra cerrado desde 2021, vuelve así a tener vida y ocupación como centro para la formación de estas personas ofreciendo alojamiento provisional y pernocta de 30 habitaciones a los que lo necesiten durante el periodo que dure la formación. «Cada persona tiene sus ideologías y en esto de vivir el cristianismo nadie es perfecto», afirma el obispo que, conocedor de lo aficionado que es el personal a los bulos y la desinformación, matiza «no son menores no acompañados, tampoco personas que han estado en prisión». En definitiva, que son muchos los que se quejan de la presencia de extranjeros entre nosotros, pero cuando se trata de abrirles puertas para que su integración social y laboral sea plena los rechazan porque no los quieren en nuestras calles y en nuestras ciudades.
El problema además es que tampoco se profundiza en nada y el rechazo se realiza sin tener la información contrastada y completa porque solo queda lo superficial, lo llamativo, lo más alarmante sin que interese nada más. En algún momento he llegado a desear que los migrantes desaparecieran totalmente de este país como propugnaba Vox, que quería expulsar a siete millones de personas extranjeras aunque hubieran nacido en este país.
Me gustaría que no hubiera ninguno y entonces me daría una vuelta entre los invernaderos a ver quién se metía a trabajar, iría a los bares a ver qué camareros me servían, a las obras a contemplar a trabajadores autóctonos y me sentaría en un banco a ver quién acompañaba y empujaba las sillas de ruedas de nuestros mayores; no podría entrar en las viviendas, pero me gustaría ver por un agujerito quiénes aseaban, movían y atendían a ancianos y personas con problemas de movilidad; y me gustaría vivir muchos años más para ver quiénes contribuirían a pagar las pensiones futuras.
Sin ir más lejos y como ejemplo de la banalidad que nos rodea, el otro día recibí en uno de esos grupos de wasap en los que tengo que estar la carta de una enfermera que alertaba de los problemas que padece la sanidad alemana por culpa del alto índice de migrantes que hay en el país. Una carta llena de lindezas como que los musulmanes no permiten ser atendidos por mujeres; como que los extranjeros van a los hospitales acompañados por la policía con unidades caninas; que muchos de ellos tienen sida, sífilis, tuberculosis y enfermedades exóticas que en Europa no saben cómo tratar; que cuando se enteran de que las medicinas para los niños las tienen que pagar abandonan a los menores en las farmacias; que los jóvenes no saben sino extender las manos para que el Estado les dé las ayudas; que las mujeres no trabajan y una de cada diez está embarazada; que sólo un mínimo tiene educación… En fin. Alguno incluso en el grupo se atrevió a decir que es imposible controlar esta invasión.
Pues bien, no solo no hay evidencias de que el texto sea real sino que comenzó a difundirse en inglés en 2015 y ahora lo está haciendo en español y como si fuera actual. Algo tan sencillo como poner en Google «carta enfermera alemana» para comprobar que se trata de un bulo indecente. Estamos todo el día con el móvil en la mano y no somos capaces de utilizarlo para evitar que nos manipulen. El problema es que nos lo tragamos todo.
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