Navidad: un espacio de encuentro
«La felicidad no está en consumir sino en compartir, pues el consumir sin sentido es puro egoísmo que nos aleja y aísla de nuestro ámbito de relación, mientras que el compartir nos integra con la comunidad»
Andrés García Lorca
Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional
Sábado, 23 de diciembre 2023, 21:35
En un día como hoy sobra el relato político o la crítica social pues es necesario ahondar en otros planos de la realidad, mas acorde ... con la festividad que conmemoramos, como es la Natividad de Jesús
No es casualidad que, por estas fechas, las palabras que más se prodigan y resuenan sean, paz, felicidad, amor, alegría, familia, pues la esencia de las festividades navideñas están íntimamente relacionadas con estas palabras que, en el fondo, expresan un deseo y una necesidad; porque cualquier persona ansía ser amada, poder vivir en paz y gozar de la alegría teniendo como punto de referencia la familia, pues a partir de esa vivencia social de familia es fácil poder trascender a la universalidad del género humano.
La alegría es expresión de la felicidad y ésta a su vez es el fruto del amor que, además, tiene su primera manifestación en el seno de una familia. Es por ello por lo que el mensaje más importante de la Navidad sea la vivencia del amor, pues nos dará la felicidad y en consecuencia la alegría. El amor trae la paz, la justicia y la libertad y estos valores son las que garantizan todo lo positivo de una vida y las aspiraciones de la sociedad en cualquier circunstancia de lugar y tiempo.
En estos días de encuentro entre los miembros de la familia se posibilita otros encuentros con la realidad territorial de nuestros orígenes, con la vuelta a los pueblos, ciudades o barrios donde iniciamos y aprendimos a convivir con nuestros vecinos y amigos; es un volver a empezar de nuevo en las formas y expresiones de relación que compartimos durante las etapas de nuestras vidas, donde todos constituíamos esa realidad de presente tramada de lazos que parecían indisolubles y luego se olvidaron, pero que surgen de nuevo en la realidad cotidiana de estas fechas.
Ese cariño latente vivido en la niñez y juventud vuelve a materializarse en los encuentros de estas fechas, aunque con otra dimensión del recuerdo, pero que siguen constituyendo una oportunidad para manifestar el amor mutuo y que debemos aprovechar; tal vez con pequeños gestos, un saludo, un abrazo, una sonrisa o un instante de tiempo para preguntar como estás y escuchar el relato de nuestros vecinos y amigos.
La felicidad no está en consumir sino en compartir, pues el consumir sin sentido es puro egoísmo que nos aleja y aísla de nuestro ámbito de relación, mientras que el compartir nos integra con la comunidad. Estas fechas son una oportunidad maravillosa para ello y la familia es nuestro ámbito privilegiado para compartir; de ahí que sea tan importante valorar la realidad de la familia como un espacio de encuentro, comprensión, lealtad, apoyo y sobre todo de amor.
La Navidad solo tiene sentido desde una perspectiva cristiana en tanto que es conmemoración del nacimiento de Jesús y con ello, del inicio de una nueva conciencia de la realidad de los seres humanos basada en la filiación divina, por la cual nos hace a todos hermanos y nos impulsa a crear un mundo nuevo fundamentado en el amor, del que surgirá la paz y la justicia, siendo ese el verdadero motivo de la alegría.
Las personas de buena voluntad tienen la esperanza de la paz en la tierra, por eso buscan en las raíces de estas fiestas la vivencia del encuentro, el cual se explicita en la práctica de un vivir lo cotidiano conforme a este espíritu de amor que inspira la Navidad, al recordarnos que ha nacido Enmanuel «Dios con nosotros» para conducirnos por esa senda de esperanza que nos llevará a la verdadera felicidad.
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