La espada de Damocles
«Con este incierto y peligroso panorama se afronta una nueva decisión en materia económica como es la aprobación de la quita de las deudas de las comunidades autónomas que tienen a su vez contraídas con el Estado a través del Fondo de Liquidez Autonómica y va a suponer que 83.252 millones de euros se le condonen a las comunidades autónomas»
Andrés García Lorca
Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional
Sábado, 6 de septiembre 2025, 23:08
Cuenta Cicerón que en el S. IV a.C. había un cortesano de Dionisio I rey de Siracusa llamado Damocles, que era un adulador de ... su rey pero que en el fondo lo envidiaba con toda su alma. Un día Dionisio I le ofreció que ocupara su trono por un tiempo, a lo que Damocles asintió encantado. Al día siguiente lo recibieron en palacio, ocupó el trono y comenzaron a servirle manjares, a la vez que bailarinas y músicos amenizaban sus exquisitas comidas, pero en el momento que se le ocurrió levantar la vista observó que sobre su cabeza pendía una afilada espada sostenida por una crin de caballo; entró en pánico y pidió al rey que lo relevara de su posición alegando que, el incierto pero grave peligro que pendía sobre su cabeza lo tenía amargado y le impedía disfrutar del cargo.
Esta historia se ha empleado como metáfora para explicar muchas realidades diferentes, pero quiero compararla con el riesgo que pende sobre todas las cabezas de los españoles a causa de la deuda pública que tiene el Estado, que ya alcanza 1.690.800 millones de euros y que supone un capital de 33.794 euros por cabeza que debe cada uno de los españoles. Podríamos abundar mas en estos datos, pero basta con señalar que cada año que pasa, el Gobierno de España, la engorda con una cifra espeluznante; así en este año de mayo a junio la deuda a crecido en 27.466 millones de euros y esto parece que no va a acabar.
Con este incierto y peligroso panorama se afronta una nueva decisión en materia económica como es la aprobación de la quita de las deudas de las comunidades autónomas que tienen a su vez contraídas con el Estado a través del Fondo de Liquidez Autonómica y va a suponer que, 83.252 millones de euros se le condonen a las comunidades autónomas y pasen a ser deuda del Estado; o sea a pagar por todos los españoles.
Esta realidad de cifras macroeconómicas explican los rasgos de la política socioeconómica seguida por el gobierno de Sánchez y que podríamos calificar como aberrante y antisocial, evidenciando una gestión pública negligente, arbitraria y sobre todo ineficiente, caracterizada por un gasto público inasumible para la capacidad productiva de nuestro territorio. Independientemente de que la deuda se utilice para pagar servicios prestados por mantenerse en el poder el presidente del Gobierno, como es el caso del pacto con ERC, el gasto público expresa un sectario espíritu de justicia distributiva en la financiación de las comunidades autónomas, o la perversión que supone el favorecer la financiación de las comunidades que peor gestionan, dilapidan los recursos del Estado o los malversan por fines políticos e ideológicos.
Hemos afirmado que la deuda pública refleja la realidad de la injusticia social territorial que imprime y favorece el actual Gobierno; así si tomamos como referencia Andalucía, los datos de su PIB por cabeza se establecen en 23.218 euros, mientras que el conjunto de España se sitúa en 32.550 euros y el de Cataluña en 35.325 euros, se opta por favorecer las inversiones del Estado en la comunidad más rica, junto a otras regalías financieras. Esto es robar a los pobres para enriquecer a los ricos
Pero la pregunta más importante que hay que plantear con respecto a la deuda pública, es la de la famosa locución latina «Qui prodest?» ¿A quien beneficia? Está claro que no beneficia a la sociedad española, pues cada niño que nace ya tiene una deuda de casi 34.000 euros, pero si beneficia al capital financiero que presta el dinero y se enriquece, percibiendo unos intereses y asegurando su capital, mientras que la sociedad endeudada se empobrece y pierde competitividad. Es posible que beneficie a una parte muy concreta de la sociedad española, pero no a su conjunto.
Me pregunto también si determinadas políticas sectoriales, como puede ser la de «género» y que implican gasto público, si serán promovidas o inspiradas por el capitalismo financiero y conforme a un plan estratégico definido. Por ahora me conformo con ese versículo de San Lucas (8:17) que manifiesta: «Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido que no haya de salir a luz».
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