Hacer el agosto
«Es lamentable comprobar cómo un litoral como el almeriense, que por sus condicionamientos naturales presenta una oferta de productos para el desarrollo de una culinaria de primerísimo nivel, se quede reducida a un uso masivo de productos procesados de calidades bajas y precios altos»
Andrés García Lorca
Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional
Sábado, 9 de agosto 2025, 23:08
A nadie se le escapa que la frase «hacer el agosto» tiene un profundo sentido económico, al estar referida a las ganancias extraordinarias que el ... sector servicios obtiene a causa de las vacaciones en este tradicional mes veraniego. Lo encomiable es que esas ganancias extraordinarias sean producto del aumento de ventas debido a una mayor afluencia de clientes, pero la realidad es que, para muchos empresarios, hacer el agosto es esencialmente ganar más dinero, aunque ello implique bajar la calidad del servicio.
La pérdida de calidad de los servicios se manifiesta de muchas maneras, si bien las fundamentales afectan a la calidad y cantidad de los productos ofrecidos, pero también a la prestación del servicio en sí mismo, como es el caso de la atención al cliente con un mínimo de profesionalidad y educación o procurando prestar un servicio de mesa digno e higiénicamente aceptable, no escamoteando platos, cubiertos, servilletas, manteles o limpieza de las mesas.
Si atendemos a la pérdida de calidad de los productos, se viene percibiendo la paulatina sustitución de productos concretos por otros sucedáneos de menor calidad y precio más bajos, verdadera aplicación del clásico refrán de dar «gato por liebre»; a este respecto y como ejemplo, hay dos productos que lideran estas transformaciones como es el caso del cefalópodo «Dosidecus gigas» o potón del pacífico y del crustáceo «Pleoticus muelleri» o gambón argentino. Con respecto al primero, se sirve como calamar, jibia, pulpo o pota, pero se cobra como lo que dice representar; en el caso del gambón las posibilidades son menores, pero lo he visto anunciado y servido como si fuera gamba roja, la famosa «Aristeus antennatus», claro que el precio de mercado varía sensiblemente. Algo parecido es lo que ocurre con las anchoas en conserva, que si te descuidas resulta que te sustituyen el boquerón «Engraulis encrasicolus» por la anchoveta «Engraulis ringens» que es de una calidad muy diferente.
Lo cierto y verdad es que consumir determinados productos del mar frescos es costoso, máxime en este mes, así es que muchos restauradores optan por el producto congelado, que no es mala opción si se hace bien y se dice lo que es honestamente y no jugar con la inocencia del consumidor que al leer la carta cree que es una cosa y le bastardean con otra que nada tiene que ver, como ocurre con especies como el mero o el gallo pedro que son sustituido por especies indeterminadas y de orígenes muy dudosos.
Otra fórmula muy extendida es la incorporación al producto ofertado de otro producto totalmente distinto, pero de un costo ínfimo para dar apariencia a la muestra del producto ofertado, es el caso de la lechuga o las patatas que son la base de una supuesta ración de calamares, en la cual, el famoso cefalópodo anunciado, se reduce una menguada porción soportada por una importante cantidad de patatas fritas congeladas, pero el precio a cobrar está en consonancia con el servicio de un calamar fresco de potera.
Estos ejemplos que acabo de significar son realidades percibidas directamente y en sitios concretos de nuestro ámbito territorial turístico. Bien es cierto que hay hosteleros que son capaces de ofrecer productos de calidad con honestidad y claridad en la oferta de sus cartas, pero son los menos.
El éxito para mantener una demanda estable de servicios turísticos está en la relación calidad precio y todo lo que no sea eso es perder competitividad y con ello demanda. Es lamentable comprobar cómo un litoral como el almeriense, que por sus condicionamientos naturales presenta una oferta de productos para el desarrollo de una culinaria de primerísimo nivel, se quede reducida a un uso masivo de productos procesados de calidades bajas y precios altos.
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