260 legionarios
«Los datos confirman una regresión de la práctica religiosa por lo que ello tiene apariencias de verdad, pero la realidad de la presencia social del cristianismo es otra como lo evidencia el cambio producido en la religiosidad de la sociedad, que pasa de ser cuantitativa a cualitativa como lo muestran las vivencias de miles de jóvenes en su compromiso cristiano»
Andrés García Lorca
Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional
Sábado, 22 de noviembre 2025, 23:07
En estos días se ha reabierto una vieja polémica sobre la crisis del catolicismo en España y en general sobre el cristianismo, ofreciendo datos, algunos ... muy curiosos, pero de dudosa credibilidad, en base a los cuales se sobreentiende aquella famosa frase en la que se afirma : «España ha dejado de ser católica» y que acuñara Manuel Azaña en su memorable discurso ante las Cortes el 13 de octubre de 1931. Aunque Azaña, en ese discurso considera que, la pérdida o desafección de los ciudadanos del catolicismo no es cuestión de números sino por la pérdida del «esfuerzo creador de su mente». En cualquier caso, los datos confirman una regresión de la práctica religiosa por lo que ello tiene apariencias de verdad, pero la realidad de la presencia social del cristianismo es otra como lo evidencia el cambio producido en la religiosidad de la sociedad, que pasa de ser cuantitativa a cualitativa como lo muestran las vivencias de miles de jóvenes en su compromiso cristiano.
Efectivamente, hace unos días recibieron el sacramento de la Confirmación 260 legionarios del Tercio Juan de Austria, 3º de La Legión, en la base de la Brigada Rey Alfonso XIII en un acto, como otros muchos que se han ido celebrando desde hace años y con cifras similares. Para interpretar la importancia de este acto, es necesario entender lo que es y supone el sacramento de la Confirmación, pues es el reconocimiento de la obra del bautismo por la que se integra la persona en el cristianismo; a partir de aquí confirman su fe católica uniéndose a la Iglesia con más fuerza y los hace capaces para ser testigos de Cristo de palabra y obras. Estos jóvenes legionarios, que asumen con su integración en la milicia una serie de valores morales importantes, han buscado expresar en la Confirmación su compromiso con un renovado espíritu de fe, esperanza y amor a sus hermanos.
Esta realidad que se ha mostrado por estos jóvenes en La Legión es fiel reflejo de lo que está sucediendo entre los jóvenes españoles y que algunos políticos identifican como derechización, lo que es en realidad una búsqueda y un encuentro con la Verdad y como no podría ser de otra manera, con Jesucristo, que como ya señalara es «el camino, la verdad y la vida». Esta vuelta a la trascendencia por parte de los jóvenes viene determinada por el fracaso que supone la oferta de una sociedad de consumo plagada de ídolos falsos, desprovista de humanidad y autenticidad.
Los hechos que acontecen a diario y se ven reflejados en todos los medios de comunicación social como es el caso de las crisis bélicas, las persecuciones religiosas, el enriquecimiento ilícito, el tráfico de seres humanos y todas las lacras que nos presenta la realidad vivida, se explicitan en nuestras coordenadas espacio temporales que muchas veces sacuden con fuerza la aparente tranquilidad de la que gozamos, provocando confusión en la sociedad, escándalo o desafección hacia personas, instituciones e incluso afectando a los esquemas ideológicos y culturales sobre los que se sustenta nuestro propio valores y justifican nuestro actuar. Tal vez por estas razones muchos jóvenes han decidido buscar refugio en la esperanza de un mundo mejor, lo que para los cristianos es el Reino de Cristo.
Pese a que se pretende confundir e identificar esta realidad de testimonio cristiano con el pasado del nacionalcatolicismo, nada tiene que ver, pues lejos de ese clericalismo que caracterizaba al franquismo hoy se busca ese concepto real de Iglesia, donde cada uno asume su situación sin imposiciones ni apropiaciones de responsabilidades y carismas. El problema es que ciertos sectores tantos de cristianos corrientes como de la jerarquía eclesiástica, no terminan de entender su papel real en el ejercicio de sus responsabilidades y eso provoca confusión.
Y sobre la condena del fiscal general, no deja de ser la expresión de un juguete roto fruto de la ambición política y del odio de un autócrata.
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