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Opinión

Pan y techo

El capital siempre voraz e insaciable entendió que había mucho dinero que ganar en el ladrillo y empezó la especulación urbanística

Ana Moreno Soriano

Jaén

Sábado, 26 de octubre 2024, 23:14

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Para la generación de nuestros padres, tener una vivienda en propiedad era un proyecto al que sacrificaban otros deseos: sería más grande o más pequeña, ... más sencilla o más lujosa, pero un lugar para vivir que convertían en un hogar confortable y seguro, con trabajo y dedicación. Algunas familias que emigraron en aquellos años compraron una casa en su pueblo, para volver definitivamente o para volver de vez en cuando, porque no querían perder sus raíces; hubo quienes no volvieron y encontraron su vivienda en los pisos que se construían en el extrarradio de las grandes ciudades y también hubo muchos obreros que dedicaron el descanso dominical, después de trabajar todos los días en la obra, para levantar su propia casa con la ayuda de la familia; son las casas llamadas 'domingueras', según me explicó una amiga la primera vez que fui a Vallecas y que conviven con los grandes bloques de pisos que se han construido a lo largo de varias décadas en esa zona de la capital de España.

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