La Alpujarra, en pie de protesta...
miguel j. carrascosa salas
Martes, 16 de abril 2019, 22:43
La empresa Red Eléctrica Española (REE) pretende instalar una macro línea de alta tensión en España, que se extenderá de Norte a Sur de nuestro ... país, con la intención –¡nada recomendable!– de asegurar el transporte de energía eléctrica desde Francia hasta Marruecos. Una línea que también se hará presente en el Valle de Lecrín, Órgiva y Berja. Y está previsto igualmente que en el tramo de este proyecto, localizado en la Alpujarra y Valle de Lecrín, las torres metálicas de alta tensión (220KV) lleguen a medir 80 metros de altura, casi el triple de las torres que ya se instalaron en esta zona cargando solamente el 50 por ciento de su capacidad.
Este proyecto ya se inició hace 15 años y en este período las exigencias y previsiones eran muy distintas comparadas con las de hoy. En la Alpujarra ya disponemos de varias líneas de alta tensión, una de 110 KV y otra segunda de 220 KV, de doble circuito, a las que debemos añadir la subestación de Órgiva que, presumiblemente, ha de producir determinados niveles de contaminación electromagnética.
Si se llegara a realizar este proyecto (¡Dios y las instituciones no lo permitan!) tendría efectos muy negativos para la flora y fauna de las zonas afectadas. La construcción de carriles que permitan el acceso a las altas torres eléctricas, elevadas sobre las pronunciadas pendientes de un territorio montañoso –como es el de nuestra Alpujarra– podría representar una seria amenaza de derrumbes y desprendimientos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), como agencia especializada de la ONU, viene dando a conocer a los distintos países del mundo, que de este tipo de instalaciones se puede derivar un considerable aumento de enfermedades neurovegetativas, cáncer de pulmón, depresiones, cefaleas, etc., en espacios naturales donde las poblaciones estén bajo el efecto de las mencionadas instalaciones eléctricas. Recientemente, los jueces de Valencia y Murcia obligaron a una determinada empresa a retirar unos transformadores instalados en las proximidades del vecindario.
La pérdida económica y medioambiental que supondría –para el Valle de Lecrín y la Alpujarra– la instalación, en sus respectivos territorios, de la mencionada línea eléctrica, alcanzaría cifras preocupantes según estima el informe elaborado por el doctor Daniel Arias Aranda, catedrático de Organización Empresarial de la Facultad de Económicas y Empresariales de la Universidad de Granada, en colaboración con el economista Laurence Seidler y el consultor Agustín López.
Por tanto, la ruptura del equilibrio regional ha de generar precariedad para las zonas rurales que podrían ser afectadas (como es el caso del Valle de Lecrín y la Alpujarra) con pérdida de riqueza, no sólo económica, sino patrimonial y ambiental, juntamente con la destrucción de las bases que generan prosperidad en un espacio que, en décadas anteriores, ha sufrido el síndrome de la emigración y de la precariedad económica.
La Alpujarra y el Valle de Lecrín merecen –sin más dilaciones– una prevalente atención, promoción y defensa de su rico y variado patrimonio (histórico, geográfico, agrícola, paisajístico, antropológico y cultural). ¡Un valioso tesoro amenazado de destrucción ! ¡No debemos permitirlo…!
Con cuanta razón, el hispanista, Jean Christian Sphani, con motivo de su visita y permanencia en la Alpujarra en la década de los cincuenta, escribió, convencido y satisfecho: «Por fin he encontrado un lugar del planeta donde la vida tiene todavía una explicación…»
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