Almas gemelas
Huesos de aceituna ·
Los que en este país aún creemos en la alternancia como mejor lubricante de la democracia parlamentaria seguiremos buscando (...)José Luis González
Viernes, 24 de septiembre 2021, 23:17
Parece mentira, pero es extraordinario el nivel de equivalencia entre el proceder de la derecha patriotera española y la derecha patriotera catalana. Deben ser los ... efluvios químicos del tinte con el que se da color a las respectivas banderas, que de tanto manosearlas y ensalivarlas se les han metidos por los poros, produciéndoles una suerte de delirios y ensimismamiento que nos traen a todos y todas por la calle de la amargura. En su crónica ofuscación, se han encadenado a ese aserto que tan bien define a sus líderes y adláteres mediáticos: 'cuanto peor, mejor'… se supone que únicamente para ellos y ellas, claro.
Y es que, durante las últimas semanas, lejos de intentar rebajar el tono ante la más que evidente –a juzgar por todos los indicadores- salida de la crisis sanitaria y económica, y la atemperación de la crisis territorial, se han atrincherado en la descalificación permanente y en fomentar el descrédito de España a nivel internacional. Los 'patriotas' de uno y otro territorio no dudan en lanzar piedras contra nuestro propio tejado (el de todos y todas) con tal de conseguir sus alocados propósitos: gobernar sus países a toda costa, es decir, cueste lo que cueste. En ese camino, el líder de la oposición, Pablo Casado no ha dudado en viajar a Europa para decir una cosa y su contraria, con el consiguiente recochineo de sus colegas del Partido Popular europeo. Alguno de ellos, según fuentes bien informadas, llegó a reconocer que «ni en Bruselas ni en España se puede sorber y soplar al mismo tiempo. No se puede llegar aquí, a Europa, y decir que el expresidente catalán Carles Puigdemont puede ser perfectamente juzgado con todas las garantías e imparcialidad por el Tribunal Supremo, y venir también y soltar que el sistema judicial en España es como el polaco: no es presentable». Y este chico pretende ser nuestro próximo presidente del Gobierno.
Eso sí, con algunas de sus trastadas Casado consigue efectos positivos para su afán. Fíjense si no las consecuencias de su reprimenda al presidente de la CEOE por apoyar los indultos a los dirigentes independentistas –de la que tampoco se escapó la propia Conferencia Episcopal-: esos empresarios «no representan a nadie» y son «una platea subvencionada». Casi a renglón seguido, a la primera oportunidad, Garamendi, por primera vez desde hace muchos meses, hace mutis por el foro de la negociación colectiva entre Gobierno, sindicatos y patronal. Su buena sintonía con la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz y los representantes sindicales Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT) ha quedado en entredicho, supuestamente, por una subida del SMI de 15 euros al mes, es decir, hasta los 965 euros.
Como escribía al principio, no menos rocambolesco es el proceder de los conservadores catalanes de Junts per Catalunya, partido secuestrado por un tal Carles Puigdemont –ahora detenido en Italia- y su séquito económico y empresarial desde el retiro dorado de Waterloo (Bélgica). ¡Si supiéramos realmente lo que allí se cuece! Sus representantes en suelo catalán actúan como extremistas maleducados, incluso cuando blanden una gran sonrisa. El mejor ejemplo es la presidenta del Parlament, Laura Borràs, cuyo comportamiento ante la prensa no está a la altura, siquiera, del primer escalón del Palau del Parque de la Ciudadela. Algo que ha sufrido en sus propias carnes el más mesurado President de Catalunya, Pere Aragonès, a la sazón también independentista, pero curiosamente representante de la izquierda republicana. Lo que más sorprende en este caso, dado el prestigio bien ganado de la sociedad catalana a lo largo de su historia, es la poca preparación intelectual y democrática de sus dirigentes, que ya nos tienen acostumbrados a comportarse como verdaderos chiquilicuatres, parafraseando a la 'reina' de todos ellos en 'La piel de toro', Esperanza Aguirre.
Pero claro, mientras la encuestas –única lectura que parecen tener sobre su mesita de noche- les refrenden mínimamente tal exhibición de cortoplacismo y chabacanería, así estaremos hasta la próxima andanada electoral. Los que en este país aún creemos en la alternancia como mejor lubricante de la democracia parlamentaria seguiremos buscando, de manera casi siempre infructuosa, la frontera entre la derecha y la ultraderecha; entre quienes se abstienen en Europa en la hora de defender la protección de los derechos sociales ya alcanzados en España y los que se manifiestan en nuestra capital exhibiendo a voces su mentalidad neandertal –con perdón para los difuntos neandertales–.
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