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Alhambra siempre

La Alhambra se me antoja el último tesoro, la joya intocable y envidiada, la maravilla que no puede perderse jamás

Manuel Pedreira Romero

Sábado, 14 de mayo 2022, 00:27

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Cada vez que me echo a los ojos o a los oídos una noticia sobre la Alhambra se me coge un nudo en el estómago. «¡ ... No, la Alhambra no!», suplico en un murmullo con la boca cerrada. Todo en Granada ha sido naufragio desde que el moro lloró a moco tendido en la vieja carretera de Motril, un kilómetro más arriba del Mayerling, una mititilla antes del desguace. Todo ha sido pérdida, sangría, un lento expolio, un Sevilla nos roba, y Málaga, y España. Un quejío sordo y sistémico. Un mirar «los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados». La simple enumeración de los agravios, sin entrar a repartir culpas, excedería con mucho los límites de esta pieza y dejaría un regusto a malafollá que duraría hasta el Corpus, así que no citaré ninguno. Elija usted el que más le encabrone. Por todo eso, la Alhambra se me antoja el último tesoro, la joya intocable y envidiada, la maravilla que no puede perderse jamás si no queremos hundirnos en el abismo de una ciudad huera, carne de olvido y ceniza.

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