Sentir para saber
Cuando uno piensa, cree o sabe algo, se convierte en muchas otras personas
Alfredo Ybarra
Jaén
Martes, 12 de diciembre 2023, 23:59
Reflexionar sobre nuestra existencia. Observar, escuchar, hablar, preguntar, preguntarnos, comprender,... Coexistimos, convivimos y nos encontramos con la alegría, el sufrimiento, las emociones, los sentimientos, las ... contradicciones, el misterio, y nos damos cuenta de que aunque nos parezcamos unos a otros, las percepciones son únicas y totalmente personales. El amor y los vínculos, la muerte y la soledad, la felicidad y el dolor, la determinación y la incertidumbre, se entrelazan y configuran lo que somos. Aunque sea de un modo involuntario en más de una ocasión nos hemos preguntado por la real o aparente dicotomía entre el conocimiento y el sentimiento. Y de un modo deliberado también he abordado la pregunta mientras leía el poemario 'Materia' de Yolanda Castaño, obra por la que el Ministerio de Cultura le ha concedido el Premio Nacional de Poesía 2023, y en la que subyace de alguna manera ese debate entre razón y emoción.
Vivimos en un tiempo que prima la utilidad inmediata, que promueve la Inteligencia Artificial, que entiende que el sentimiento, el individual, está sobrevalorado mientras juega con las pasiones colectivas en una vertiginosa ruleta trucada. Casi cualquier persona puede aprender a pensar, a creer o a saber, pero no existe un ser humano al que se pueda enseñar a sentir. Y eso es porque cuando uno piensa, cree o sabe algo, se convierte en muchas otras personas, se suma a un universo común, se acerca al mundo, lo desentraña; pero solo en el momento en que uno siente es cuando se descubre individuo.
Manifestar esos sentimientos, y menos hoy en día, es bastante complicado, porque la realidad, tan cartesiana, no quiere en su razonada sinrazón manejar los sentimientos humanos, los valores afectivos y trascendentes, ese lado poético de la existencia que acoge la idealidad, la espiritualidad y la belleza junto a los ayes del corazón. Necesitaríamos avivar el sentir y expresarlo. Hay un pensamiento bastante conocido de Séneca: «Decir lo que sentimos. Sentir lo que decimos. Concordar las palabras con la vida». Y fray Luis de León nos hablaba de que le faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma, significando lo difícil de explicar el estremecimiento.
En su libro 'Filosofía y poesía' María Zambrano, una de las pensadoras más profundas y sensibles del siglo XX, con gran riqueza de argumentos, propone una superación de la habitual dicotomía entre lo filosófico y lo poético establecida por la cultura occidental. Ante el maniqueísmo de que la filosofía pregunta con la razón mientras la poesía responde con la emoción, Zambrano propone una razón poética en la que el cuerpo y sus sensaciones son el centro del conocimiento. No sentimos porque sabemos sino que sabemos porque sentimos. Logos es una palabra griega que tiene varios matices de significado: Logos es la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada. Puede traducirse de distintas formas: habla, palabra, razonamiento.
Desde un enfoque teológico el Nuevo Testamento indica: «En el principio era la Palabra [el Logos] y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios». (Juan 1,1-5). Zambrano, desde esa perspectiva considera que no podemos entender el logos como la verdad quieta y hermética, como una fría claridad. Y viene a decirnos que si, que en el principio era el logos, pero que ese logos se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nos propone su razón poética, que hace converger razonamiento y sentimiento. Comprender nos convierte en rastreadores de certezas. Pero sentir siempre nos hará únicos, excepcionales.
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