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Pasión de yunque y fragua

Hablamos de una manifestación social, simbólica y religiosa, rica, compleja, diversa y polisémica, intrínsecamente unida al simbolismo de la primavera.

Alfredo Ybarra

Jaén

Miércoles, 16 de abril 2025, 09:26

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Hoy mi pulso parpadea ante el Triduo Pascual, ese tiempo en el que el cristianismo conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, ... constituyendo el cenit de la Semana Santa y del año litúrgico. Indistintamente de los grados y modos de las creencias es difícil no sentir el desbordante resonar de todo lo que supone la Semana Santa en nuestra particular liturgia de las horas. Hablamos de una manifestación social, simbólica y religiosa, rica, compleja, diversa y polisémica, intrínsecamente unida al simbolismo de la primavera, metáfora de la victoria de la vida sobre la muerte. Es una celebración caleidoscópica donde existen varias realidades, diferentes dimensiones, como ocurre en toda nuestra religiosidad popular, donde junto a lo religioso, hay un germen identitario (desde la perspectiva personal, familiar, de barrio, de la localidad,..) que refleja los sentires, las pasiones del pueblo, sus 'ayes'. Es un hecho 'social total', como indica el catedrático de antropología Isidoro Moreno. Una manifestación que tiene una médula espiritual y que está conformada por el contenido religioso, emocional, estético, artístico, convivencial, costumbrista,.., que vive un gran auge en su aspecto cofrade y que se convierte en un masivo foco consumista y en un importante producto turístico. Simboliza tiempo de vacación y descanso Para otros es un detonante para la 'escapada' ante el profuso desbordamiento y bullir procesionista.

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