¿El amor 'que se avecina'?
¿Hasta qué punto la ficción y los medios de comunicación describen la sociedad o la orientan y moldean?
Agustín Moreno
Jueves, 20 de febrero 2025, 23:31
De 'Aquí no hay quien viva' a 'La que se avecina, han cambiado muchas cosas en más de veinte años. ¿Hasta qué punto la ficción ... y los medios de comunicación describen la sociedad o la orientan y moldean? Ciertamente hacen ambas cosas, de manera ambigua y ambivalente. Seguramente para bien cuando, ya en la primera serie, se incluía entre sus vecinos a personas cuya manera de amar y convivir aún apenas estaban visibilizadas, contribuyendo a mostrar en la pequeña pantalla algo cotidiano y real. Desafortunadamente para mal cuando la evolución en ambas series, sobre todo en la última, ha ido dejando en casi ausentes, o nulos, los rasgos de personalidad de sus protagonistas asociados a la cooperación, el cariño sincero, la responsabilidad, o a ponerse en el lugar de los demás. Y esto, no ya sólo entre la vecindad, sino en la intimidad de padres e hijos, cónyuges o parejas, hermanos, o en la amistad.
Obviamente, las situaciones hiperbólicas, surrealistas o rocambolescas causan risa, incluso si, siendo una serie de humor y de ficción, se da cabida a escenas ocasionalmente violentas, o donde el sentido común o una serie de convenciones se ponen en suspensión. Sin embargo, sobre todo en las últimas temporadas de 'La que se avecina', han ido creciendo: el nivel de retorcimiento y de falta de compasión; la escenificación de violencia e incluso de muertes violentas, normalmente banalizadas; el desprecio a la vulnerabilidad de personas en situaciones delicadas. Los vecinos suelen tomar parte en estas circunstancias: como si fueran insensibles psicópatas; privilegiando propios intereses ruines a toda costa; instrumentalizando a los demás, incluso tratándose de sus seres queridos, no de forma casual o errada, sino como principio operativo incuestionable.
En lo que se refiere al amor, en lo que va de 'Aquí no hay quien viva' a 'La que se avecina', el diagnóstico es similar y aplicable. Y, a pesar de la diversidad de parejas y amplia gama de relaciones y experiencias sexuales representadas, huyendo en apariencia de todo tinte dogmático o cerrado, hay un fatal dogma transversal en todas ellas: la fidelidad es indeseable, ridícula, despreciable. Quien no aprovecha la ocasión propicia para tener un encuentro sexual con quien se tercie es un panoli, asumiendo que la propia pareja lo hace. Tanto la mayoría de los habitantes de Desengaño 21, como de Montepinar, se han acostado unos con otros. De hecho, en un episodio, Enrique Pastor, ante todos, hace un esquema de las múltiples relaciones entrecruzadas, alertando de la transmisión del virus del papiloma humano entre ellos.
Paradójicamente, en el retrato coral de esta vecindad burlona e histriónica, predominan unas vidas sujetas a la impulsividad, la ansiedad, el egoísmo, el engaño, la manipulación y las vanas ilusiones que, disueltas, reflotan una frustración permanente de los personajes que, en realidad, viven en sucesivos dramas con tintes trágicos. El tono humorístico y el enfoque de la serie los neutralizan, contagiando quizás al espectador de la falta de escrúpulos y de empatía de los protagonistas. Recuerdo 'Aquí no hay quien viva' más amable, jovial y cordial, donde aún cabían valores humanos y ciudadanos, sin caer en triunfalismos ni en la ingenuidad. De qué nos reímos también nos refleja y nos delata. Todo no da igual. Hay distancia entre la picaresca y la psicopatía. 'La que se avecina', de indudable éxito y predicamento entre adolescentes y niños, es, en realidad, una serie para adultos, que ojalá no nos retrate ni nos moldee como algo que pareciera que somos cada vez más, y lo encarnan a la perfección sus vecinos: seres incapaces de amar.
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