Las bibliotecas de Juan Eslava, y las nuestras
Valoro tanto los libros que siento compasión cuando advierto que alguien cercano, pudiendo leer, no lo hace.
Adela Tarifa
Jueves, 25 de abril 2024, 00:09
El pasado 19 de marzo fue un día importante para la cultura de Jaén. Se inauguró en el palacio provincial de la Diputación la nueva ... Biblioteca Literaria Giennense, que complementa la que ya tiene el IEG en su sede actual. Se celebró el acto de inauguración con la presencia del presidente Francisco Reyes y de otras autoridades. En el contexto de esta celebración, por la tarde, impartió Juan Eslava una excelente conferencia con el título 'las bibliotecas de Juan Eslava'. Tuve el honor de presentarlo. Ahora, reciente el día del libro, traigo a mi columna aquel acto que tanto simboliza para la vida cultural de Jaén. Porque si algo debemos celebrar es el nacimiento de una biblioteca. Eso dije en mi intervención, comentando que hasta la más humilde biblioteca tiene el poder de cambiarnos la vida. De hecho, los pocos libros que había en las casas de mis padres y de mi abuela María siendo yo niña, con el periódico IDEAL que recibíamos a diario porque mi padre era el corresponsal en el pueblo, me descubrieron otros mundos por los que caminar. El mío de entonces era muy chico.
No es un caso raro. Me consta que son muchos los intelectuales que no tuvieron en la infancia una gran biblioteca cerca, pero que se aficionaron a leer lo que encontraba en su entorno. En mi mente está el recuerdo de la casa humilde, sin libros, de Miguel Hernández en Orihuela, que visité. Pero él se las ingenió para leer. Valoro tanto los libros que siento compasión cuando advierto que alguien cercano, pudiendo leer, no lo hace. Es que se pierden vivir más, porque eso hay en los libros, la oportunidad de vivir también las vidas de los demás y de conocer el mundo que no alcanza ninguna vida humana a recorrer completo. Por ejemplo, la inmensidad de Rusia yo la pude imaginar de adolescente leyendo los hermanos Karamazov, un libro que estaba en mi casa. Desde luego, mi afición por la historia me la despertó la curiosidad de conocer épocas pasadas tras leer el Quijote, otro libro que leí tempranamente. Me invadía tanto la curiosidad sobre el ayer que con catorce años ya quería dedicarme a la historia. Luego, el día que toqué documentos originales de siglos pretéritos en los archivos sentí un chispazo: fue como andar entre mis antepasados. Es que leer es un placer inmenso y me gusta compartirlo. Por eso me apena que hoy la gente, que tienes a mano tantas bibliotecas, lea poco.
De todo eso hablamos el día que se inauguró la nueva biblioteca en el mismo espacio que un día lejano de 1951 fue sede del IEG; un centro que trabaja desde entonces por favorecer al investigación y la cultura en Jaén, y que tiene la mejor biblioteca mundial en temas y autores giennenses, gracia al mecenazgo de la Diputación. Y también gracias a la colaboración de buenos equipos técnicos del IG, a los académicos (consejeros, consejeras y colaboradores) y a excelentes bibliotecarios. Como no puedo citarlos a todos, pongo el acento en la figura del actual, Salvador Contreras, uno de los mejores expertos en temas bibliográficos.
He dejado para el final manifestar la gratitud del IEG a los donantes que confían en este centro para custodiar de sus archivos y bibliotecas, sabiendo que no hay lugar mejor para que esos fondos no solo se conserven perfectamente, sino que también lleguen al mundo, con la digitalización. En ello también somos pioneros. Uno de esos archivos que allí existen es que nos legó Juan Eslava. Para el IEG este importante escritor giennense simboliza lo que somos y lo que queremos ser. Es un referente. Porque Juan Eslava, un auténtico sabio, como dije en su presentación, no se ha contagiado de los vicios que a veces padecen los famosos, convertidos casi en seres extraterrestres intocables. En él hay que destacar sus valores humanos, como amigo de sus amigos, comprometido y valiente, coherente, que nunca renunció a sus orígenes giennenses. Libre de la soberbia que suele acompañar al éxito. Es que esa soberbia con frecuencia enmascara complejo, resentimiento y, sobre todo, mediocridad. Por ello creo que Jaén le debe mucho, porque él nos representas mejor que nadie. Soy de los que piensan que los homenajes a los giennenses que llevan nuestro nombre a lo más alto se deben hacer en vida. Cierto es que este ilustre arjonero, tiene ya un museo en su pueblo, una calle en la capital y también tiene aquí -en el IEG- al servicio de todos, su archivo y biblioteca. Pero sobre todo en Jaén tiene, lo sé bien, parte de su corazón. Con todo ello, yo creo que Juan es ya para muchos un hijo predilecto de Jaén. Solo falta ponerle esa medalla y darle el diploma. Me vino esto a la cabeza porque leí hace poco que ahora se acuerda la universidad de Salamanca de nombrar 'doctor honoris causa' a Unamuno, que fue allí Rector en tres mandatos y que ha llevado como emblema de su vida académica a Salamanca. Sus nietos recogieron este nombramiento. Está bien, pero mucho mejor habría sido dárselo en mano.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión