Aceite
El precio del aceite de oliva se ha puesto por las nubes. Permita usted que use esta expresión tan cotidiana como exagerada. Un susto gordo ... nos dieron a los consumidores cuando se anunció que el precio del litro del aceite virgen extra había alcanzado los diez euros. Hoy en día las botellicas han de ser protegidas con mecanismos electrónicos, como se hace con los artículos de lujo. Y los que somos adictos pertinaces al consumo de esa modalidad del zumo de la aceituna nos rascamos el bolsillo y lo seguimos consumiendo a pesar de su alto precio.
Las razones de tan alta subida de un producto que es para muchos españoles casi de extrema necesidad son bien sabidas y pueden resumirse en una: la falta de lluvia. Bueno, eso es lo que se dice, y el consumidor –sujeto acostumbrado a tragar con piezas muy parecidas a las ruedas de molino-, agacha la cabeza y tira para adelante. No todos, por supuesto, que habrá quien haya empezado a reemplazar la habitual botella del de oliva por otras con aceites más acomodados a su bolsillo.
¿Por qué sugiero yo que este precio que ahora tenemos que pagar por el aceite puede no estar justificado? Pues mire usted, es que ya nos han pasado demasiadas cosas que nos hacen dudar de que un coste tan elevado sea del todo imposible de contener. Porque hay una gran cadena de intervinientes en la recogida de la aceituna, en el proceso de su transformación en aceite, en su comercialización, etc. Sin olvidar, claro, la parte correspondiente a los impuestos. De esto se habla poco, que hay otros asuntos sobre los que calentarse la cabeza en los diferentes temas de la actualidad. A nadie se le ocurre plantearse la posibilidad de menguar un poco esos beneficios actuales y mantener los que había antes de tanta subida.
Ya lo he comentado en otra ocasión. Aunque soy poco consumidor de combustible, recuerdo cuando el barril de petróleo se situaba por encima de los cien dólares y pagábamos por la gasolina bastante menos que ahora. Yo sigo sin entender el porqué. Es que no soy muy bueno en matemáticas; digo yo que será por eso.
Evidentemente, el aceite de oliva español no pasa por tantas manos. Yo lo digo sin mala intención, pero ¿no habrá un poco de redondeo a la hora de aplicar los precios?
También es verdad que pueden hacerse otras consideraciones respecto a si es caro el aceite de oliva. Comenzando, claro, por la calidad de un aceite que es una de las invenciones de mayor acierto en el camino de los humanos hacia la perfección de los alimentos. Pero es que, además, hay otros artículos manufacturados que, si los comparamos con el aceite, resultan exageradamente por encima de lo que cuesta un litro de eso que se ha llamado también 'oro líquido'. Algunos de ellos preparados con aceites de mucha menor calidad. Eso sí: son productos que cuentan con generosas promociones en espacios publicitarios, desde las simples vallas a las poderosas cadenas de divulgación informativa y variedades.
En fin, estábamos en lo del aceite de oliva. No sé yo si las recientes lluvias caídas por Andalucía –por Almería, menos- tendrán alguna repercusión en hacer más accesibles los precios de algo que es esencial en la cocina española. Y que muchos echamos de menos fuera de España a la hora de sentarse a desayunar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión