Esta semana se ha puesto fin a la obligatoriedad de tener que llevar mascarillas en el interior de los edificios, salvo en hospitales, residencias, farmacias ... o transportes públicos. Lugares que nos pueden parecer en un principio de los más normal de mundo que tengamos que dejárnosla puesta, o más bien poniéndonosla cuando vayamos a entrar, porque en la calle hace bastante tiempo que dejaron de ser obligatorias, aunque ha sido mucha gente la que siempre la ha llevado puesta y a buen seguro que será la gente que las seguirá teniéndola puesta a pesar de que no sean obligatorias.
Han sido un largo periodo de tiempo el que se nos ha obligado a llevar estás mascarillas puestas, tanto en el interior, como en el exterior y el que ahora ya no sea obligatorio el tener que llevarlas, tanto en el exterior como en el interior, hace que percibamos una señal inequívoca de que esta pandemia comienza a tocar su fin, que poco a poco, no nos vayamos olvidando de ella, aunque eso sería imposible, pero sí la tengamos interiorizada como algo normal en nuestras vidas y en las de todos los que nos rodean, porque si algo nos tiene que quedar bien claro, es que es que este dichoso virus vino desde China para quedarse entre nosotros y tenemos que aprender a convivir con él como lo hacíamos hasta entonces con cualquier otra enfermedad.
Desde hace ya algunos meses, decir que se tiene el COVID, no asusta ni extraña tanto como lo hacia allá por marzo de 2020, que aterrorizaba a todo aquel que le diagnosticaban este dichoso virus, entrándonos un fuerte miedo en el cuerpo. Sobre todo, miedo a lo desconocido, donde no sabíamos cual sería la reacción de nuestro cuerpo hacia algo tan novedoso como esto, donde la medicina no sabia bien cual eran las terapias o medicamentos que se deberían aplicar, y tampoco llegábamos alcanzar lo que podrían ser las secuelas que en nuestro organismo dejaría el coronavirus para siempre o en el mejor de los casos de manera temporal.
Pero ya lo más importante es que ese miedo tan aplastante que teníamos en el año 2020, vaya desapareciendo y a buen seguro que también con esta desaparición irán desapareciendo las mascarillas entre toda la ciudadanía, al ver que la agresividad y letalidad de este virus se va quedando en poco más que la de un normal resfriado o gripe, tal como lo podríamos conocer antes de que apareciera, puesto que ya si tenemos vacunas para prevenirlo y sobre todo una importante gama de medicamentos que lo combaten perfectamente una vez que cualquiera de nosotros ha sido contagiado de este virus.
En 2020 esta pandemia parecía que iba arrasar a toda la humanidad, dando lugar la misma a ese confinamiento y paralización de la vida normal, que ya no quiero ni acordarme, y ahora a pesar de haberse quedado mucha gente en el camino, sobre todo personas mayores y con enfermedades graves, nos damos cuenta que de todo se sale y de esto también y la muestra es tan clara como que a partir de esta semana ya no nos tendremos que poner mascarilla obligatoriamente al entrar a muchos sitios, aunque eso también será opcional para cualquiera.
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