Apenas una semana después de empezar a trabajar en este periódico, me acerqué a la presa de Rules donde el entonces diputado del PP por ... Granada Andrés Ollero había organizado una comparecencia ante los medios de comunicación. El imponente muro del embalse estaba a punto de terminarse y Ollero nos vendió aquella infraestructura como lo que era: la oportunidad definitiva para convertir a la costa granadina en un fórmula uno de la agricultura, tanto bajo plástico como de subtropicales. Han pasado más de veinte años de aquello. A Ollero le ha dado tiempo a dejar la política, volver a la universidad, jubilarse, ser nombrado magistrado del Tribunal Constitucional, agotar su mandato de nueve años y regresar a la jubilación, a sus libros, a su afición taurina y a su afición a pensar. A Rules le ha dado tiempo a muchas cosas pero sigue sin servir para nada. Una vez terminada la obra, tardó la intemerata en llenarse por no sé cuál trámite de seguridad que estaba sin hacer. Una vez llena... en fin, para qué hacer más sangre. Que si la piscina más grande (y más cara de Europa), que si paraíso del windsurf, que si vamos a sacarle brillo a la canoa.
La culpa, ojo, no es de Ollero. La culpa es de todo el que ha pasado por ahí sin dejarse la piel para que se construyan las tuberías que han de llevar al agua a su destino. Los aeropuertos de Castellón y de Ciudad Real se citan siempre como ejemplos de obras públicas inservibles pero no dejan de ser el caro fruto de una fantasía megalómana e inútil. El caso de Rules es mucho más sangrante. Es un fracaso de dimensiones cósmicas. Se levantó para regular el cauce del Guadalfeo y prevenir avenidas pero, sobre todo, para multiplicar la superficie cultivable de una comarca que no puede vivir solo del turismo. La primera cuestión quedó resuelta pero para la segunda no hay más remedio que ir con cubos a por el agua, una tarea que se antoja cuando menos penosa. La obra fue larga y cara. Se pagó en pesetas y a este ritmo las conducciones se financiarán con criptomonedas. Me voy al archivo del periódico y me sale que llevo escritas 2.924 columnas sobre Rules. Casi vomitó al ver la cifra. Empiezo a sospechar que me contrataron solo para escribir de la presa y sus circunstancias.
El miércoles pasado le eché un vistazo a la manifestación de la costa en Granada, retransmitida en directo por la web de este periódico. Todo iba bien hasta que descubrí horrorizado que uno de los que sostenía la primera pancarta tenía mi cara. Y todo el pelo que se han llevado estos veinte años escribiendo de Rules.
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