El Gobierno descarta que la amenaza arancelaria de Trump tenga consecuencias
Moncloa sostiene que ningún otro país ha presionado a España por su negativa a subir al 5% del PIB el gasto militar y blande el respaldo de la UE
Ya van tres veces en apenas una semana. Donald Trump parecía haber olvidado hasta hace unos días su enfado hacia España, el único país ... de la OTAN que rechazó abiertamente en la cumbre de La Haya, el pasado mes de junio, plegarse a su exigencia de elevar hasta el 5% del PIB el gasto militar. Ahora ha vuelto a sacarlo del cajón -en la Casa Blanca, durante un encuentro con el presidente de Finlandia; en la Cumbre de la Paz, en Egipto, y con el presidente argentino, Javier Milei, de nuevo en Washington- pero el Gobierno sigue insistiendo en que en sus advertencias hay más ruido que nueces y descarta que su amenaza de castigo en forma de aranceles vaya a consumarse. «Trump es así, un día te felicita y al día siguiente se mete contigo», dicen fuentes del Ejecutivo.
Al margen de la referencia al peculiar carácter del presidente estadounidense, en la Moncloa esgrimen razones más pragmáticas para justificar su tranquilidad. En junio, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ya recordó que España forma parte de una unión aduanera de 27 estados, lo que significa que cualquier negociación o represalia comercial que Trump quisiera poner en marcha debería vehicularse a través de la Comisión Europea. El Gobierno entiende que eso es una suerte de escudo.
En el entorno del presidente aseguran, además, que ningún otro país europeo y aliado de la OTAN ha trasladado hasta ahora a Pedro Sánchez ninguna queja ni atendido las invitaciones de Trump a presionarlo para que se mueva de su posición de no superar el 2,1% del PIB en gasto militar. El lunes, en la Cadena ser, Sánchez insistió en que, con ese porcentaje, España ya está dando «respuesta sobrada» a las capacidades operativas que requiere la Alianza Atlántica para hacer frente a los desafíos comunes.
También abundó en algo que de manera recurrente repite el Gobierno en los últimos meses: que más allá de las diferencias ideológicas -que Sánchez utiliza en el ámbito nacional para reforzarse ante el electorado de izquierdas y sembrar temores sobre lo que pueda venir en el moderado- , la relación entre Estados Unidos y España no se ha resentido tras el regreso de Trump al poder. Como ejemplo, en el Ejecutivo recuerdan que el Palacio de Santa Cruz, una de las sedes del Ministerio de Exteriores, acogió el mes pasado la cuarta ronda de negociaciones sobre aranceles, controles de exportación y el futuro de Tik-Tok entre Estados Unidos y China.
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