La renuncia de Salazar por machismo hace un roto más en el núcleo duro
Sánchez enfatiza que el PSOE da a las mujeres «coherencia, respeto y dignidad» tras la dimisión de otro de sus escuderos, este por acusaciones rayanas en el acoso sexual
El comité federal del PSOE más espinoso para Pedro Sánchez desde que recuperó la secretaría general en 2017 ya se encaminaba hacia la sede ... de Ferraz sobradamente cargado por la acelerada caída de Santos Cerdán desde la cúpula del partido a la cárcel del Soto del Real. Pero a perro flaco todo son pulgas y la que saltó en puertas del cónclave socialista no fue ni mucho menos menor. Francisco Salazar, escudero del líder desde los tiempos de la épica doméstica de las primarias, el responsable de la Coordinación Institucional de la Presidencia del Gobierno y uno de los tres elegidos por Sánchez para ejercer de adjuntos a la sustituta de Cerdán al frente de Organización, Rebeca Torró, se vio forzado a renunciar a todos sus cargos tras las acusaciones de una trabajadora de Moncloa y otra del partido de conductas indebidas siendo su jefe. De machismo, en definitiva. Otro torpedo hacia una línea de flotación, la de la bandera de la igualdad, ya muy debilitada por los denigrantes audios en los que José Luis Äbalos y Koldo García se repartían prostitutas en el contexto, por añadidura, de un mitin electoral.
La baqueteada familia socialista se desayunó antes de escuchar a su jefe de filas con las acusaciones en el diario.es de esas mujeres, amparadas por el anonimato y que no dieron el paso de denunciar en su momento por temor a castigo, que señalan por comportamientos cuando menos indebidos a quien era su superior jerárquico. Actitudes que iban desde requiebros sobre el atuendo a invitaciones a cenar o a dormir en casa de Salazar si la jornada laboral se alargaba. Una de ellas estaba adscrita a Moncloa en la época en la que el ya excargo sevillano operaba en el equipo del entonces jefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo. La sombra sobre el asesor, cuya elección en la remodelación del departamento de Cerdán había despertado, desde que se desveló el viernes, malestar en cuadros del partido por el poder que siempre ha atesorado en la sombra, cayó como una ducha helada sobre los miembros del comité que ya venían estremecidos de casa después de tres semanas 'horribilis' a cuenta de las pesquisas de la UCO.
Contraste de Lastra y Alegría
El preludio agudizó, además, el estropicio del 'episodio Salazar' pretendiéndose justo la contrario. Apenas unas horas antes, Sánchez había protagonizado un acto con mujeres organizado sobre la marcha para intentar calmar los encendidos ánimos del feminismo, asqueado por las grabaciones de Ábalos y de su antiguo asesor solazándose con el sexo por dinero en un partido que se declara abolicionista de la prostitución. Fue el acto que el presidente aprovechó para anunciar -y en su discurso en Ferraz lo valoró expresamente- la reforma del artículo 4.5 del código ético, yendo más allá de lo aprobado hace apenas medio año en el congreso federal de Sevilla, por la que los puteros serán directamente expulsados de militancia. Que la sustituta de Cerdán al frente de Organización sea una mujer encajaba en esa estrategia de limpieza.
El roto de Salazar fue, por todo ello, considerable. No encarna lo que Ábalos y Cerdán, pero sí se trata de alguien, de nuevo, muy próximo al presidente. Y, de nuevo también, ni él ni la dirección del partido supieron «nunca» de las conductas atribuidas al que iba a desempeñar un papel destacado en la remozada secretaría de Organización. Mientras una, en apariencia, sobrepasada Pilar Alegría, la ministra portavoz del Gobierno, definía a Salazar como «un compañero absolutamente íntegro», Adriana Lastra lanzaba el primer disparo al responder con un rotundo «no» a la pregunta de los periodistas sobre si el nombramiento del futuro adjunto debía consumarse. Lastra, la ex mano derecha de Sánchez defenestrada por Cerdán en lo que ella interpretó como un ejercicio de machismo hasta que se desnudaron las supuestas corruptelas.
El secretario general compareció ya ante los suyos con la precipitada dimisión encima de la mesa de su colaborador, quien ha pedido «unas diligencias previas de información» sobre los hechos que se le achacan. Investigación que también incoará Presidencia del Gobierno. Y Sánchez, que ya no cita a Ábalos, optó por no hacerlo tampoco con Salazar en una intervención en la que conminó a aquellas «compañeras» que sufran agresiones o acaso a denunciarlo por los mecanismos habilitados por el partido. El feminismo, subrayó, «no es postureo» para el PSOE, es «una forma de ser, un compromiso real» que empuja a «vivir como se piensa». Y enfatizó que los socialistas siguen ofreciendo a las mujeres «coherencia, respeto y dignidad».
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