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Al secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, le sentaron mal las declaraciones efectuadas el martes por la tarde en el patio del Congreso por ... la portavoz parlamentaria de Junts, Míriam Nogueras, subrayando el veto de su partido a la reducción de la jornada laboral. De hecho, le sentaron tan mal que al día siguiente, aprovechando una rueda de prensa de la presentación de propuestas para el XIII Congreso Confederal del sindicato y llevándolo preparado, Sordo salió al paso de las advertencias de Nogueras que había interpretado como un desprecio con una metáfora y una reprobación inéditas tanto en la forma como en el fondo. El líder sindical redujo el papel de la formación de Carles Puigdemont a la de ser «más inútil que la última tostada del pan Bimbo» y la señaló por hacer política «jodiendo a la gente».
Sus manifestaciones -una suerte de «ya vale» ante la estrategia «extorsionadora» de los secesionistas, según ha abundado el autor a este periódico- han irrumpido con estruendo y marcando perfil en la negociación emprendida por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, con los secesionistas para intentar atraerlos a la rebaja a 37,5 horas semanales del tiempo de trabajo, la iniciativa estrella de la fundadora de Sumar para la legislatura. Una trabajosa negociación que sigue trabada porque los secesionistas, alineados con la patronal Foment que cree inviable aplicar ese recorte de jornada de manera generalizada en las pymes catalanas, se mantienen en el 'no' cuando el proyecto aprobado este martes por el Consejo de Ministros llegue al Congreso. Díaz presume de mantener hilo directo con Puigdemont sobre este asunto, que llevó en diciembre al secretario general de UGT, Pepe Álvarez, desplazarse a Waterloo. Sordo no lo hizo.
Nogueras salió a la palestra el martes para aguar la confianza «absoluta» en un posible acuerdo expresada tras el Consejo por la vicepresidenta, quien llegó a interpretar que lo que pretende Junts, en realidad, con su enmienda de devolución es utilizarla «como herramienta de negociación». Díaz se abrió a adecuar el texto a las especificidades del tejido sociolaboral catalán, con ayudas o moratorias para implementar la reducción de jornada en las pymes, que representan el 99% del ecosistema empresarial autonómico. Pero su optimismo pinchó en hueso. Poco después, Nogueras ratificaba que el voto de su grupo sigue siendo desfavorable. Es más, los independentistas quieren empezar a negociar desde cero. Lo que apuntaría a hacer poco menos que 'tabula rasa' del acuerdo sellado en Navidad por Díaz con los sindicatos mayoritarios, a los que Puigdemont y los suyos descalifican como «'lobby sindical'».
Este es el contexto en el que Sordo quiso rebatir expresamente lo dicho por Nogueras y la forma en que negocia Junts ante la debilidad parlamentaria de Sánchez, aunque con una advertencia añadida al Gobierno para que «no negocie cualquier cosa» impelido por la necesidad de aprobar una medida emblemática para Díaz. El líder sindical llamó al Ejecutivo a poner «pie en pared» para preservar los elementos «centrales» de lo ya pactado. «A nosotros no nos vale cualquier reducción de jornada», incidió Sordo, quien equiparó a los junteros con «la derecha extrema que pueda representar Vox o la parte más carca del propio PP», dudó de su «catadura democrática» por cuestionar la representatividad de las centrales y los zahirió por su pérdida de poder político e institucional en Cataluña. De ahí nacen, apuntó, sus «aspavientos, pataletas y excesos verbales» y «esta necesidad de hacer política jodiendo al personal».
«Una manera extraña de defender a los trabajadores de Bimbo, ésta de decirles que hacen productos inútiles», le replicó el mismo miércoles en X Puigdemont, quien añadió que Sordo también debería respetar a «la gente que recicla y no hace desperdicio alimentario como él». Lo que redondeó recordando las «sopas de pan» que se ha comido en la vida como miembro de una familia numerosa y detallándole varias recetas facilitadas por la inteligencia artificial. Y hoy ha sido la propia Nogueras la que ha respondido a Sordo aconsejando a «los sindicatos españoles que van dando lecciones a todo el mundo» desde unas estructuras «del siglo pasado» que «se actualicen como hacen la mayoría de los ciudadanos». Junts ya ha hecho saber al Ejecutivo de su malestar por la polémica.
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