Una pareja entrega a sus hijos por falta de recursos para mantenerlos
Arantxa y José, de 37 y 38 años, ha tenido que dejar a sus hijos a una institución mientras malviven en una casa en ruinas
ideal.es
Miércoles, 10 de agosto 2016, 11:26
Tienen muchos sueños por cumplir, muchas ilusiones por vivir pero la vida ha decidido por ellos. Se trata de una pareja que se ha visto ... obligada a entregar a sus hijos a los servicios sociales por no poder hacerse cargo de ellos. Según cuenta La Voz de Galicia, Arantxa y José de 37 y 38 años respectivamente, están pasando por una situación muy precaria.
Todo porque hace poco más de un año decidieron darle un cambio a su vida. Abandonaron Barcelona para trasladarse a Vigo, la localidad natal de él. Allí pretendían iniciar una nueva vida, cerca de las raíces familiares. Buscaron trabajo e intentaron que la fortuna les sonriese.
Malviven como pueden en una casa en ruinas que no tiene ni luz ni agua. Un lugar que les da cobijo pero del que no quieren decir donde está por temor a que las autoridades los traten como ocupas y los echen. Dada su situación, no han querido que sus hijos tengan que pasar por esas condiciones y han decidido darlos a una institución social a través de la Xunta.
No en vano ellos no quieren vivir de la misericordia ni de la mendicidad. Desde que llegaron a Galicia han estado buscando trabajo de manera incansable. José explica que donde mejor se desempeña es repartiendo mercancías. Pero si tengo que desbrozar o despegar chicles del suelo encantado asegura.
Ella, además, padece problemas de tiroides, por lo que debe estar medicada. Sin embargo, no tienen medios para ello. Durante el día usan los centro comerciales como cualquier usaría su propia casa. Para hacer sus necesidades y limpiarse. Pero por la noche, la oscuridad se cierne sobre una pareja a la que se le parte el corazón cada vez que va a visitar a sus hijos.
Gracias a la ayuda de un intermediario lograron tener pequeñas ayudas que no servían para paliar sus necesidades. Pero eso no les ha parado para seguir luchando. Si lo llego a saber no vengo, pero ahora no tengo medios para volver, explica José que se siente atrapado en un callejón que de momento no tiene salida.
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