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Los documentos de la 'Operación Pandilla' sobre el caso de Eva Blanco.
Los otros Eva Blanco

Los otros Eva Blanco

La resolución 'in extremis' del asesinato de la joven de Algete abre una puerta a la esperanza para familias e investigadores que luchan contrarreloj para encontrar a otros verdugos

María Eugenia Alonso

Domingo, 1 de noviembre 2015, 07:53

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Una bala separó el 25 de enero de 2004 a Elías Barrero y Julia Fernández de su hija Sheila, de 22 años. Estudiante de Turismo en Gijón, la joven también trabajaba los fines de semana de camarera en un bar de León. Fue justo en el puerto del Cerredo, frontera entre ambas provincias, donde su hermano la encontró dentro de su coche. Estaba sentada en el asiento del conductor, tenía un disparo en la nuca y estaba medio desnuda. Según los investigadores el cuerpo fue movido y colocado de una manera específica.

Once años después no se ha podido encontrar a quien o quienes la mataron. En un primer momento se pensó que el móvil del crimen había sido la venganza, por lo que se realizaron numerosas entrevistas entre el entorno de la víctima. Uno de los principales sospechosos fue su exnovio, que dio positivo en las pruebas de residuo de disparo. Pero una batalla química legal sobre si podía deberse a una transferencia dejó suelto al sospechoso tras ser detenido. "Es uno de esos casos donde posiblemente los investigadores tengan la convicción moral de que han tenido entre sus manos al culpable pero sin embargo no han podido probarlo de una manera indubitada y al final han tenido que dejarle en libertad", explica Lucio Toval, profesor de Investigación Criminal de la UNED.

Sólo es uno más de los llamados casos 'fríos'. Son los crímenes sin resolver que languidecen en los cajones de las comisarías y que han vuelto a salir a la luz tras la resolución recientemente por la Guardia Civil del asesinato de Eva Blanco, la joven de Algete (Madrid) que murió apuñalada hace 18 años. "Nunca tiramos la toalla. En todo caso lo haríamos cuando prescribiera", reconoce el jefe del grupo de Homicidios de la Comandancia de Tres Cantos.

El caso llegó a convertirse en una obsesión para su equipo, una espina clavada incluso para los agentes que se jubilaron o cambiaron con los años de destino. Durante ese tiempo, se abrieron más de cien líneas de investigación, pero el laberinto parecía no tener salida. Centenares de pruebas de ADN recogidas semana tras semana, todo tipo de cortapisas judiciales para poner en valor el resultado de esas pistas, un pueblo movilizado, un grupo de guardias civiles incansables, y unos padres, Olga y Manuel, que nunca perdieron la esperanza y hoy respiran tras cerrar la etapa más dura de su vida.

No pueden decir lo mismo los padres de Casta Carrillo. Una joven de Puente Genil que salió en la tarde del 15 de julio de 1995 a pasear en bicicleta y no regresó. Dos agricultores encontraron su cuerpo ocho días después. Estaba casi desnuda, en avanzado estado de descomposición y con signos de violencia. Las pruebas forenses determinaron que había sido agredida sexualmente y que había muerto el día de su desaparición. Poco se pudo deducir del escenario del crimen y comenzaron los interrogatorios por el círculo más cercano a la joven de 31 años, pero nadie fue testigo de la desaparición de la joven.

Meses más tarde se detuvo a un hombre que fue puesto en libertad posteriormente po falta de pruebas. En 2003, y al igual que sucedió en el caso de Eva Blanco, los nuevos análisis de ADN hallaron restos de dos hombres. Ese mismo año se tomó declaración a otro sospechoso, pero esa vía tampoco prosperó. Ahora, sólo una cruz, con unas flores y una pancarta en la que se lee difícilmente: "Por favor, respeten esto, lo pide una madre", recuerda el lugar donde fue hallado el cadáver de Casta.

Triple homicidio

Salvador Barrio, su esposa, Julia Dos, y su hijo Álvaro, de 12 años, fueron apuñalados con saña hasta la muerte en junio de 2004 en su domicilio de Burgos. Otro hijo también menor fue detenido e imputado por el triple crimen. Un juez sobreseyó la causa en el año 2010. Los agentes investigan ahora si fue un vecino del pueblo de La Parte de Bureba y enemigo reconocido de Salvador -habían discutido por unos terrenos-, quien asesinó a Barrio, alcalde pedáneo de la población, y a su familia. El caso, que recuerda al de Fago, sigue sin resolverse.

Como el de Soledad Donoso. En octubre de 1992 se encontró el cuerpo de esta joven de 18 años en una orilla del río Guadalquivir con su cabeza separada del cuerpo. Entonces no fue posible determinar la causa de su muerte, aunque tras la exhumación de sus restos hace unos años los forenses señalaron que falleció por múltiples golpes en la cabeza. Dos personas fueron detenidas acusadas de ser los autores del crimen, sin embargo ninguna de las causas ha prosperado en un caso en el que se perdieron pruebas y se descartó practicar otras. El año pasado se cerró la investigación. "Actualmente estamos trabajando en la reapertura para realizar una prueba forense importante que podría dar luz final en el caso", cuenta Félix Ríos.

Este criminólogo está al frente del Proyecto Prometeo, en el que un grupo de profesionales ayuda a los familiares de víctimas de crímenes sin resolver y desapariciones a encontrar nuevas pistas o reabrir casos utilizando las últimas y más avanzadas técnicas de investigación de una forma altruista. Ríos confía en que el de Eva Blanco no sea el último que se etiquete como caso cerrado y se resuelve.

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