¿Tienen los niños demasiadas vacaciones?
Nuestros alumnos disfrutan de uno de los recreos estivales más largos de Europa. Padres, profesores y pedagogos se ponen de acuerdo: «Casi tres meses de descanso es algo desproporcionado»
DANIEL VIDAL
Martes, 11 de agosto 2015, 01:03
En las playas de Finlandia ya no se ven castillos de arena y las bicicletas y las canoas han vuelto a los garajes. En Liechtenstein, ... los padres ya han comprado los libros del próximo curso y los críos preparan sus mochilas mientras los colegios van abriendo sus puertas. Las vacaciones de los escolares acaban este mes en varios países de Europa. Sí, en plena canícula, a mediados de agosto. Impensable en España, donde hasta bien entrado el mes de septiembre (salvo excepciones), nuestros alumnos no vuelven a pisar las aulas que dejaron atrás en junio. Casi tres meses de vacaciones que, según critica Jesús Salido, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), resulta un tiempo de relax «desproporcionado».
Aunque las opiniones, claro, van por barrios. «Si preguntamos a los estudiantes, estarán encantados de tener tantas vacaciones», valora la pedagoga Francisca Morán, directora académica del Instituo Madrileño de Formación. Ella lo tiene claro: «Los hábitos de los escolares cambian en períodos tan largos de tiempo y parece de sentido común racionalizar las vacaciones a lo largo del año». Es la misma palabra que emplea Jesús Salido: «racionalizar». Un reciente informe de la Red de Información sobre Educación Europea, Eurydice, sitúa a España como uno de los países con más vacaciones estivales escolares del viejo continente. En Alemania, por ejemplo, tienen seis semanas, aunque la distribución de las mismas depende de la zona y los alumnos empiezan las vacaciones en junio, julio o agosto dependiendo de si viven en Berlín o en Múnich, con lo que se pretende evitar aglomeraciones en los aeropuertos y atascos en las carreteras allí hay críos que ya han vuelto a clase. Seis semanas también disfrutan en Dinamarca y Liechtenstein. Los escolares de Noruega y Luxemburgo tienen dos meses, mientras que Francia e Irlanda llegan a las nueve semanas. La tónica general en Europa es repartir las vacaciones durante el año. En el Reino Unido también descansan un mes y medio en verano (del 20 de julio al 31 de agosto), pero después tienen otras siete semanas distribuidas a lo largo del curso.
Italia, por su parte, lidera el ránking de asueto escolar con tres meses y una semana de recreo estival más otro mes durante el curso. Un chollo para los críos. Aunque habría que preguntar a los padres, que muchas veces tienen que hacer «malabares» define Francisca Morán para poder atender a los ociosos hijos mientras ellos trabajan. La utopía de la conciliación se hace más inalcanzable aún en verano. Ana Cantó, murciana de 40 años, madre de un niño de 6 y una niña de 4, trabaja todo el mes de agosto, como su marido, y estos días se organiza gracias a sus suegros y a su madre, que hacen de canguro con los nietos. «Nos apoyamos en la familia y es una salvación. Mi madre tiene una habitación para ella en mi casa y se ocupa de los niños todas las mañanas. Si tuviera que apuntarlos a un campamento me tendría que gastar 500 al mes. Y en septiembre llegan los libros...». Ana no es la única que echa cuentas. Las asociaciones de padres llevan años quejándose del mucho dinero que se gastan las familias en campamentos, academias, talleres y otras actividades con las que tener ocupados a los niños en verano en plena crisis económica, cuando más se han apretado el cinturón. Precisamente, el profesor y pedagogo Javier Bahón aboga por desarrollar talleres en los centros escolares, a finales de junio y principios de septiembre, «que refuercen a los alumnos con vistas al inicio del curso». Y que corran a cargo del erario público.
Un hábito en 21 días
Pero ¿afecta al rendimiento escolar de los alumnos el hecho de disfrutar de unas vacaciones tan largas? «Estar hasta tres meses sin escuela acaba pasando factura en muchos casos», apuntan desde el Instituto Madrileño de Formación. «Una persona adquiere un hábito en 21 días. Al estar tanto tiempo de vacaciones, un alumno puede tener después más dificultades para reengancharse al curso, aunque cada estudiante es un mundo», observa Francisca Morán. En cambio, Javier Bahón cree que hay que profundizar en el debate: «No todo es blanco o negro. Para hablar de resultados y eficiencia en las aulas hay que ponerse serios, esto no depende de las vacaciones. En el informe PISA, que mide las competencias de los alumnos, no influyen para nada cuántos días de descanso tienen los escolares y si son muchos o pocos», ilustra Bahón, que cree que dos meses sí sería «un tiempo razonable para establecer un parón entre un curso y otro».
También es cierto que muchos padres y un alto porcentaje de profesores apuestan en verano por los famosos cuadernos de ejercicios, con el objetivo de que los alumnos no pierdan comba, y eso puede ser un síntoma. «Me parece positivo siempre y cuando se tome como un juego, no como un castigo», valora Morán. «¡No sé si esto es común en otros países de Europa, la verdad!». Ana Cantó, por ejemplo, se va a gastar 100 euros este mes de agosto en el profesor que algunas tardes va a refrescar los conocimientos del pequeño Jorge mientras la benjamina se dedica a jugar. Y la abuela, por su parte, promueve la vena artística de sus nietos en la terraza de casa, a base de pinturas y folios en blanco que acaban llenos de sueños de colores después de muchas horas de trajín. «Mis hijos llegan a aburrirse con tanto tiempo libre. Los padres necesitamos que el horario y el calendario laboral se adapte un poco al calendario escolar. Yo creo que con un mes de vacaciones en el colegio estaría bien», propone Ana Cantó. Y eso que, según un informe realizado por el portal Expedia, los trabajadores españoles también son los europeos que más vacaciones tienen al cabo del año, junto a los italianos.
¿En clase a 40 grados?
Lo que pide esta madre de Murcia, instaurar en España unas vacaciones de un mes o seis semanas, que empezaran a mediados de julio, supondría, entre otras cosas, que los niños españoles siguieran cargando mochilas con 40 grados a la sombra. Los expertos coinciden: no parece la solución más recomendable. No es el factor determinante, pero el clima de España también afecta al calendario, «porque no es lo mismo dar clase en junio en Cádiz que en Finlandia», considera Morán. En el país nórdico, paradigma de la eficiencia educativa, los escolares tienen el mismo tiempo de descanso en verano que en España, casi tres meses. Pero, también por cuestiones climáticas, allí las vacaciones empiezan mucho antes, a finales de mayo. Y acaban a medidados de este mes.
Jesús Salido, presidente de la CEAPA, critica que «la Navidad y la Semana Santa marcan los ritmos» vacacionales en España, mientras que la pedagoga Francisca Morán aboga por repartir los períodos de descanso entre los trimestres. «Si pretendemos que los alumnos españoles estén en clase hasta julio, necesitaremos una fuerte inversión económica en las aulas. Para empezar, en aire acondicionado. Estudiar con este calor, y después de tantos meses de esfuerzo, afecta a la conducta, a la paciencia...», incide Javier Bahón, que insiste en llevar el debate más allá. «No podemos ser simplistas y centrarnos solo en una cuestión, hay que abordar todos los factores. Esto es una tarea compleja y todos los agentes de la comunidad educativa deberíamos dedicarle todo el tiempo que sea necesario a mejorar el sistema». Aunque sea en vacaciones.
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