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Con sus hijos Fernando y Álvaro.

Las croquetas de la tía Espe

La familia es la debilidad de la dama de hierro de Madrid. Está «chocha» con sus cinco nietos y vive en un palacete con su suegra y sus cuñados. Últimamente mira de reojo la báscula

julia fernández

Lunes, 16 de marzo 2015, 11:27

Cercana, divertida, cariñosa, arrolladora. Los amigos de Esperanza Aguirre (1952) no ahorran en calificativos hacia ella. La recién nombrada candidata a la Alcaldía de Madrid ... por el PP amasa en privado la fama de ser una mujer de risa fácil, de «carcajada» sonora, que no esconde nada. «Es como la ves», resumen sus allegados. «Pero no perfecta». Quien lo aclara es la expresidenta de los populares vascos María San Gil, amiga y colega. Les une el partido, pero también una experiencia que marca más que los tatuajes que se hacen en la adolescencia: el cáncer de mama. Fue la causa principal que Aguirre esgrimió para desaparecer de la primera línea política en septiembre de 2012, cuando era presidenta de la Comunidad de Madrid. Un año antes, en marzo de 2011, había vuelto al trabajo apenas una semana después de que le extirparan el tumor. En medio se habían celebrado unas elecciones autonómicas en las que la lideresa arrasó de nuevo: se llevó casi el 52% de los votos y logró cinco escaños más. «Yo a veces la riño. Las demás estábamos hechas una piltrafa y ella...». Ella, haciendo campaña. María San Gil lo cuenta divertida. Pero es una muestra del carácter de Espe, como la llaman en su círculo íntimo. Una mujer «fuerte y con una voluntad de hierro» que horas después de pasar por el quirófano andaba visitando a los demás pacientes con el gotero en la mano.

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