«Un supercomputador puede ser un activo estratégico para una ciudad»
Con raíces de Íllora, esta científica trabaja con MareNostrum 5, uno de los supercomputadores más potentes del mundo
Andrea G. Parra
Domingo, 21 de julio 2024
. Atia Cortés Martínez (21-07-1985, Barcelona) ha participado en la escuela internacional de verano organizada por la Universidad de Granada (UGR) y Adia ... Lab, que se celebra en Granada hasta el próximo viernes. En ella participan ponentes de las universidades e institutos con más impacto a nivel nacional e internacional. La inteligencia artificial (IA) segura y confiable es el reto. Cortés lo sabe.
Barcelonesa de nacimiento, tiene un vínculo muy especial con Granada. Su familia materna es de Íllora y, para ella, es su «segunda casa», dice. «Para mí, es sinónimo de familia en un sentido amplio de la palabra. La gente te acoge, te cuida, aun sin ser familia directa, aun viéndote pocos días al año», cuenta.
En esta entrevista repasa lo que hace en el Barcelona Supercomputing Center (BSC) y cómo aborda algunos desafíos tecnológicos. Estudió ingeniería informática (Universitat Politècnica de Catalunya) e hizo el máster y el doctorado sobre IA. En el BSC trabaja en la unidad Social Link Analytics del departamento de Ciencias de la Vida donde colidera una línea de investigación que aborda los temas de sesgos de sexo y género en IA y salud.
El BSC es el centro líder de supercomputación en España, cuenta con uno de los supercomputadores más potentes de Europa, el MareNostrum 5. Es a la vez un centro de investigación y un centro que da servicio e infraestructura de supercomputación a investigadores de toda Europa. Explica lo que aporta un supercomputador a una ciudad en un momento que Granada trabaja para destacar en este campo.
–¿Cómo le explica a un ciudadano lo que puede aportar a una ciudad un supercomputador?
–Un supercomputador es una infraestructura de investigación que puede convertirse en un activo estratégico para una ciudad, impulsando su competitividad científica, aumentando sus capacidades de innovación, atrayendo talento y potenciando la creación de puestos de trabajo de alto valor agregado. Este talento, además, es un tractor de empresas de tecnología y fondos de inversión, impulsando el desarrollo económico local. Además, la combinación de un supercomputador y los sistemas basados en la IA pueden aplicarse al análisis de datos masivos para mejorar la prestación de servicios públicos como la salud, la seguridad y la educación.
–¿Cuáles son las líneas rojas de la ética en inteligencia artificial?
–Se han visto en los últimos años algunas aplicaciones de la IA que han causado impactos negativos en la sociedad. Al no existir aún un marco regulatorio que las limitara, ni unos procesos de validación que tuvieran en cuenta estos efectos, estas herramientas se llegaron a desplegar sin ningún plan de supervisión. En Europa se han identificado algunas de estas aplicaciones y catalogado como inaceptables: aplicaciones de puntuación social, aplicaciones de vigilancia masiva con técnicas de identificación biométrica persistente o sistemas diseñados para manipular a personas, por ejemplo.
–¿La IA se podrá aplicar a cualquier sector económico?
–Ya se aplica a todo sector económico. Gracias a la combinación de diversas técnicas como el reconocimiento de imágenes, aprendizaje automático o robótica entre otros, se han desarrollado sistemas que ayudan a la toma de decisiones para optimizar procesos, anticiparse a posibles problemas y reducir el consumo de recursos y energía.
–¿Y emocional?
–Aplicar la IA para identificar o tratar las emociones puede ser algo muy delicado. Existen también herramientas basadas en visión por computación o procesamiento de lenguaje natural (lo que se conoce como análisis de sentimientos) que se usan para extraer e interpretar emociones humanas. La pregunta sería, como siempre es que ¿para qué se va a usar esa tecnología? ¿Es consciente el usuario que se están recogiendo sus datos? ¿Qué otros datos se han usado para entrenar el modelo? ¿Se van a compartir con terceros?
–¿Qué sesgos le preocupan más en los modelos tecnológicos que investiga?
–Existe una gran variedad de sesgos que pueden afectar al rendimiento de un sistema basado en IA y que se pueden generar en diferentes puntos de su ciclo de vida. Vivimos en un mundo sesgado debido a construcciones sociales que han discriminado históricamente a diferentes grupos sociales por su sexo o género, etnia, religión, entre otros. Estos sesgos afectan a la manera con la que se diseña una solución basada en IA, a los datos que se utilizan para entrenar a los modelos, o a cómo se interpretan estos modelos.
–¿Cómo califica a Granada en investigación en IA?
–La Universidad de Granada fue pionera en la investigación en Lógica Difusa y, también, en IA en España. Los profesores José Luis Verdegay, María Teresa Lamata, Miguel Delgado y Amparo Vila se cuentan entre los pioneros en el área. Una segunda generación cuenta con los profesores Enrique Herrera-Viedma y Francisco Herrera. Ese grupo de investigación de la UGR es uno de los más importantes en España y reconocido a nivel mundial. Además, por sus programas académicos, la Universidad de Granada se encuentra entre las cien mejores universidades del mundo en ingeniería informática, según el ranking de Shanghai.
–¿Algún trabajo o colaboración con investigadores de la UGR?
–El BSC y la UGR formamos parte de la red temática Telsec4tai, que reúne a doce grupos de investigación españoles con una amplia experiencia en el campo de investigación de la IA fiable.
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